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martes, 5 de noviembre de 2024

ACERCAMIENTO A LA CRISIS ECONOMICA EN BOLIVIA

 

Por Carlos Augusto A. Lara Ugarte

La subida de precios de los artículos de la canasta familiar puede ser entendida, interpretada o analizada desde concepciones de la economía mercantil o desde concepciones de una economía planificada, esta última entendida como una economía regulada por el Estado tanto en las variables económicas como en el control de precios y volúmenes 

Es pertinente entonces aclarar que ambas concepciones, si se trata de ajustar a la gestión Pública y estratégica del actual gobierno en el Estado Plurinacional,  siempre se ajustan de manera compleja a un programa político y una forma de gobierno, por ello a pesar de que muchos políticos y economistas prefiere obviar las vigencia de la lucha de clases y el antagonismo generada en las relaciones de producción capitalista y socialista, nos vemos en la necesidad de hacerla evidente de manera implícita desde una lectura  e interpretación parcial de la mercancía bajo el enfoque desarrollado por Carlos Marx en El Capital   

Carlos Marx cuando aborda el tema de la “Metamorfosis de la mercancía” en el Tomo I de El Capital analiza los aspectos que se contradicen en el proceso de cambio de las mercancías,

Para ilustrar el tema en cuestión. pensemos en el cambio o trueque de un Kilogramo de carne de pollo por dos kilos de tomate, o un cuaderno de 100 hojas por medio kilogramo de tomate o un cuarto kilogramo de carne de pollo, esto nos plantea una equivalencia de trabajo promedio socialmente incorporado a una mercancía. Pero desde la relación anterior si asumimos desde el ejemplo que expone Marx con el trabajo de Robinsón,  la carne de pollo, los tomates y los cuadernos al ser resultado del trabajo trasformador de una misma familia o en el caso de Robinsón, de un único esfuerzo, es claro que la equivalencia no será ni siquiera planteada, no será de utilidad alguna para establecer equivalencias,  esto en razón a que no será intercambiada entre un productor y un consumidor, por tanto estos productos no serán nunca entendidos como mercancías, es decir que; en tanto un producto del trabajo humano solo tenga un valor de uso no es mercancía y si aún a ellos se le confiera un valor de cambio aun así no será entendida como mercancía mientras no llegue a un consumidor a través de un proceso distinto al trueque o a la distribución si en caso se da desde una producción colectiva o de economía planificada.

Entonces en una sociedad mercantil, el producto del trabajo humano asume la forma mercancía no desde la forma de valor de uso, sino desde su valor de cambio o solamente valor, desde las relaciones mercantiles establecidas entre productos a través de un equivalente monetario. Un tomate, un pollo, cuaderno u otro producto se hace mercancía si se los relaciona desde equivalencias monetarias, y cuando el producto se proyecta como si fuese el carácter material de las mercancías y no el del trabajo social; en cierta manera se tendría que asumir que en la sociedad mercantil el trabajo misteriosamente desaparece o se esfuma cuando el producto adquiere el valor de cambio. La sociedad mercantil no considera el trabajo como fuente de riqueza, sino que considera a la mercancía como la riqueza, al grado que sin incorporar trabajo real y con el objeto de generar riqueza desde una mercancía el valor de cambio de esta mercancía puede ser presentada con un equivalente aumentado. El kg. de pollo sube de precio en razón de unas pocas horas, no por el trabajo incorporado sino por la construcción y cálculo artificial de nuevos equivalentes y que políticamente puede tener finalidades políticas concretas

Un comunario que asume en su cotidianidad la crianza de gallinas para su consumo no tendrá el efecto perverso del mercado, así mientras su gallina no lo convierta en equivalente monetario y no lo enajene vendiéndolo a un consumidor final la gallina solo tendrá valor de usos y de ninguna manera valor de cambio, es decir no será una mercancía en sí misma. El momento de consumirlo la distribución de la gallina será en función a las necesidades y capacidades relativas de cada integrante de la familia

Ampliando el ejemplo a una comunidad, siempre pensando en que el trabajo para crear productos con valor de uso, en este caso los productos obtenidos por el trabajo colectivo de una comunidad, tendrán que ser distribuidos y esto será en razón al Plan social de trabajo, de necesidades y tiempo incorporado por cada uno de los miembros. “El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del proceso del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores” (El capital Pág. 46), pero esto no ocurre cuando el producto asume la forma mercancía, que entre otras cosas la mano de obra y el trabajo adquieren un valor de cambio y por ende se enajena hacia la mercancía.

En el Estado Plurinacional de Bolivia el pluralismo económico expuesto en la CPE refiere a cuatro formas de organización economía, una de ellas centrados en la prioridad mercantil – capitalista y los otros en la prioridad del trabajo para crear bienes con valor de uso, con excedentes expuestos al mercado centrados en la planificación comunitaria y distribución equitativa de los productos.  La primera es de la forma de organización económica Privada y las otras tres son la forma de organización económica Comunitaria y Social Cooperativa y Estatal pero principalmente la Estatal fue pensada para lograr el bien común y colectivo de las comunidades y los sectores más desprotegidos en la economía de mercado, y en ello radicaba el apoyo que reza la CPE y el Modelo de Economía Social Comunitaria Productiva. Pero también estas formas de organización económica fueron concebidas para complementarse y sustentar el conjunto del pluralismo económico y viceversa, es decir que toda política pública debió fortalecer estas formas de economía no mercantilizada en su sustancia, con la finalidad de mitigar las políticas deshumanizadas, de pongueaje, explotación y perversa aprovechamiento de los recursos naturales que el sistema capitalista beneficia y otorga a las clases y sectores de alto y mediano poder económico.

Volviendo a la lectura de El Capital, Marx afirma que “…el proceso de cambio de las mercancías encierra aspectos que se contradicen y excluyen entre sí”, Buscando estas contradicciones nos acercamos a identificarlas en los procesos de compra y venta de mercancías.

Una persona compra una mercancía (1 Kg de Pollo), y a cambio el consumidor de la mencionada mercancía, le dará una cantidad determinada de dinero (Bs. 18) a quien no concibe esa mercancía como un valor de uso.

La primera contradicción que identificamos es que el Kg de pollo en manos del vendedor tiene un valor de cambio, pero no tiene valor de uso, y para el comprador tiene un valor de uso posterior al intercambio. Entendemos que el comprador lo llevará a su casa y lo consumirá. En este proceso el dinero funge de equivalente y con ese dinero el vendedor podrá comprar más pollos para venderlos, pero este comprador mantendrá en los kilogramos de pollo que compre, la particularidad del valor de cambio y de ninguna manera asumirá su valor de uso. Entonces se ve esta primera contradicción en el proceso de compra y venta.  No toda venta desemboca en la etapa final de proceso hacia el consumo final de la mercancía.  

Si se mira el intercambio de mercancías en una lógica de trueque se notaría que el intercambio de los productos será en razón a necesidades de uso y consumo por las partes, aspecto que no ocurre en el intercambio mercantil y por ello en la modalidad mercantilizada la mercancía manifiesta su contradicción y sus factores excluyentes. Por su parte “el dinero sólo desempeña las funciones de medio de circulación por ser el valor sustantivado de las mercancías. Por tanto, su movimiento como medio de circulación no es, en realidad, más que el movimiento formal de las propias mercancías” (Marx). El dinero en ese sentido solo enajena el valor de la mercancía y puede fungir como mercancía que dé sentido de compra o de venta, esto es que con el dinero como equivalente de intercambio se enajena en trabajo a la mercancía para llevarla hacia la etapa final; su consumo o hacia su reciclaje como valor de cambio.

En este último caso, una mercancía durante el proceso de circulación al ser manipulada en su único fin de valor de cambio modifica el equivalente monetario hasta llegar a su forma de uso o consumo final para materializar el fin del proceso de circulación de la mercancía de consumo. pero no del dinero, el dinero seguirá circulando. Mientras la mercancía está con su forma de valor se mantiene en circulación, esta se retira cuando adquiere la forma de uso, esto no ocurre con el dinero ya que esta, “como medio de circulación que es, mora constantemente en la órbita de la circulación y se mueve sin cesar en ella. Surge así el problema de saber cuánto dinero absorbe de un modo constante la órbita circulatoria”. (K. Marx)

Pensemos en un papel moneda de 100 Bs con una numeración de serie 276415190A, con este papel moneda se hará tantas transacciones como su cuidado y manejo lo permita, pero muchos de las mercancías de diferentes precios que fueron intercambiadas con el uso de este papel moneda o dinero habrán desaparecido del proceso de circulación, y es que con un mismo papel moneda se hacen numerosas compras y ventas y la relación aritmética para entender este proceso Marx lo dispone de la siguiente manera

Suma de precios de las mercancías (A) / Número de rotaciones de las monedas representativas de igual valor (B) = Masa de dinero que funciona como medio de circulación (C)

Desde esta relación se establece qué, si se mantiene constante la Masa de dinero que funciona como medio de circulación, es por qué al haber aumentado la suma de los precios de las mercancías o haber disminuido. también ha aumentado o disminuido respetivamente y de manera proporcional el número de rotaciones de las monedas representativas de igual valor.  El efecto de estos en cierta manera refleja la estabilidad o desestabilidad de la economía familiar desde los impactos o medidas de coyuntura económica de la política pública estatal.

En cuanto a medidas económicas, cuando el número de rotaciones aumenta en mayor proporción a la suma de precios entonces el sistema mercantil saca de circulación dinero y promueve el ahorro, esto en cierta manera ocurrió entre los años 2006 – 2014 en Bolivia, entonces la población podía hacer circular sus recursos y tener al alcance mayores mercancías con valor de uso, es decir de consumo amplio y proyectando una mejor calidad de vida.

Por otro lado, si el aumento de la suma de los precios se da en mayor proporción al número de rotaciones entonces será necesario poner en circulación más dinero. Esto puede logarse con el aumento de salarios o ingresos, pero será a costa de bajar los ahorros y en cierta manera a gastar ahorros. Cuando la desproporción entre estos dos factores es alta el sistema recurre a inyectar dinero en la economía popular a través de créditos blandos, pero, al no ser acompañado de políticas públicas renovadas y acorde a las nuevas relaciones de los factores lo más probable es que el sistema se salve, pero a desmedro o la caída de la economía familiar o pequeños productores o medianos inversores.

En los últimos meses de la presente gestión el Banco Central de Bolivia ha aumentado la masa de dinero circulante, talvez lo suficiente para solventar el número de rotaciones, pero no para controlar la suma total del aumento del precio total de las mercancías, por lo que la masa de dinero que funciona como circulante se hace insuficiente y no cierra con la relación planteada anteriormente, es decir que esta razón será menor a la demandada.

Veamos lo que ocurre en la vida cotidiana en la economía familiar. Actualmente quienes acuden a centros de aprovisionamiento de alimentos, entre otras cosas mencionan que gastan la misma cantidad de dinero, y compran y/o venden las mismas mercancías pero en menor cantidad, esto significa que el número de rotaciones se mantiene, pero los precios de las mercancías aumentan, por lo que la misma masa circulante se muestra insuficiente para mantener constante la masa de dinero que funciona como medio de circulación, también mencionan que ya no compran todo lo que necesitan, ni venden lo de antes  es decir que el número de rotación disminuye, esto es propio para quien disminuyo sus ingresos o su masa de dinero destinado como circulante mermó. Entonces el número de rotaciones disminuye y esto puede ser consecuencia del aumento de la suma de precios, en este entendido se van generando los procesos de desabastecimiento, que afecta directamente a personas con ingreso económicos bajos, pero quienes disponen de ingresos por encima de la media pueden acceder a otros mercados paralelos o no regulados, que finalmente no resuelven la desproporción resultante en la cantidad de masa de dinero circulante. 

De manera general esta relación planteada por Carlos Marx permite analizar el comportamiento de los procesos de compra y venta de mercancías y los productos de la canasta familiar en sus variables de cantidad de masa monetarias en función de medio circulante, los precios de las mercancías y el proceso el número de operaciones de intercambio de mercancía. 

Conclusiones necesarias

·      Desde el abordaje de estos comportamiento económico y político del actual gobierno se puede asumir como predecible que el Estado en su mirada liberal y de libre mercado esté con la necesidad urgente y prioritaria de aumentar la masa de dinero en función de medio circulante a dejando a un lado las medidas concernientes a controlar las suma total del precio de las mercancías, evidentemente el pleno respaldo y palanca favorable a los grupos de poder económico y promovedores de la economías de mercado y libre comercio.

·      Por ahora toda economía planificada en tanto economía regulada por el Estado, regulación de precios y volúmenes de producción, consumo interno, importación y exportación es casi solo recuerdo de la gestión pasada, por lo que la crisis económica arrastrará por mucho tiempo las contradicciones de dos economías políticas contrapuestas, la de mercado y la de planificación social comunitaria.

·      Desde el comportamiento de la economía familiar y una media aleatoria es posible discernir la corriente económica neoliberal prevalente en la función pública y así concluir que está en curso el desmontaje del proyecto económico social comunitario y trazado el horizonte para dar curso a plena privatización del aparato industrial productivo público. Esto es abrir brechas de la industria privada a la comercialización, transporte y explotación de recursos estratégicos.

Finalmente se debe tener en cuenta que toda medida económica responde a una proyecto político social  y que toda demanda social en el proyecto estatal actual será atendida favorablemente si se ajusta a las medidas neoliberales, lo contrario suma a la negación y por ende al crecimiento de la conflictividad social.

Santa Cruz, 5 de noviembre de 2024   

domingo, 6 de octubre de 2024

POLÍTICA Y ESTRATEGIA DE GESTIÓN INTEGRAL DE LA CONFLICTIVIDAD MINERA

 

 

 

ENSAYO

 

POLÍTICA Y ESTRATEGIA DE GESTIÓN INTEGRAL DE LA CONFLICTIVIDAD MINERA

 

Por Carlos Augusto A. Lara Ugarte

 

Octubre, 2020

 


Contenido

POLÍTICA Y ESTRATEGIA DE GESTIÓN INTEGRAL DE LA CONFLICTIVIDAD MINERA. 2

A.     Introducción. 2

B.     El conflicto minero – recuento histórico. 2

1. La minera durante la Colonia y el primer siglo de la República. 3

2. La acción social y el conflicto minero en la primera mitad del siglo XX. 4

3. De la revolución Nacional al Régimen de la Dictadura Militar. 5

4. Masacre en Concejo central Sur, Huanuni,  Caracoles, Viloco y Siglo XX. 7

5. De cara al Neoliberalismo. 7

6. Masacre de navidad. 8

7. Minería en el periodo neoliberal 9

8. La gestión del conflicto minero – ambiental desde el Proceso de Cambio. 12

C.     El conflicto en la actividad minera. 13

D.     El conflicto es parte intrínseca del desarrollo de las sociedades y sus instituciones. 14

E.     El componente cultural en la gestión del conflicto. 16

F.     Entender el Conflicto generado por actividades Mineras desde sus dicotomías. 17

G.     Hacia una Política y Estrategia de Gestión integral del “Conflicto Minero”. 19

1. Rol institucional interno y externo en la gestión de conflictos. 22

2. Identificación y tratamiento metodológico del conflicto. 23

3. Análisis del conflicto. 23

H.     Monitoreo, seguimiento, análisis y Alerta Temprana de Conflictos (MSAAT) 24

PROPUESTA DE PROTOCOLO PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA APLICACIÓN DEL MSAAT. 27

A.     Condiciones del protocolo. 27

B.     Niveles del protocolo. 28

C.     Relación entre los niveles. 28

D.     Protocolo de actuación. 29

 


A.    Introducción

Desde el presente trabajo se propone exponer aspectos que conciernen a la conflictividad del sector minero en Bolivia. Para tal cometido, de manera muy general, se recurre a la descripción y análisis de formas y mecanismos asumida por el Estado en el abordaje de la conflictividad.

Así desde un recuento de las miradas prevalentes de abordaje al conflicto considerando los momentos más relevantes de la conflictividad minera y la mirada a la superación de estos en el marco de la intervención estatal y la demanda social, se estructura la parte histórica del texto en secuencias históricas encaradas en las diferentes etapas de desarrollo económico, político y social

El documento aborda elementos sobre la política y estrategia de la gestión integral de la conflictividad socio ambiental, laboral y de derecho mineros ligada al desarrollo y la producción minera metalúrgica, bajo el enfoque de la Gestión Integral del Conflicto

En primera instancia al describir algunos parámetros o tópicos del conflicto Minero ubicados históricamente se busca contar con datos e insumos que ayuden a plantear la Gestión Integral del Conflicto Minero sobre todo para institucionalizar políticas y estrategias de la gestión integral del conflicto.

En segunda instancia y una vez definidos aspectos de interpretación política del conflicto bajo condicionantes sociales, económicas y culturales se expone la metodológica y técnica del Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana del Conflicto, instrumento utilizado por la Unidad de Consulta Pública y Participación Comunitaria del Ministerio de Minería y Metalurgia en el cumplimiento de sus actividades, tareas y metas institucionales.

B.    El conflicto minero – recuento histórico

Es importante hacer un breve recuento de las características de gestión y de los desenlaces del conflicto minero en razón a la actividad minera a lo largo de la historia conocida, sobre todo porque el conflicto minero refiere casi siempre a la cualidad organizativa de la sociedad frente a la gestión de gobiernos de turno y las preferencias o intereses de grupos o de clase manifiestas.

En este entendido se hace el recuento tomando en cuenta momentos y hechos relevantes en la actividad minera y la lucha por transformar realidades adversas para los trabajadores, campesinos y sectores empobrecidos de la sociedad boliviana. 

1.     La minera durante la Colonia y el primer siglo de la República.

El periodo que abarca la colonia y el primer siglo de la República se caracterizó como esencialmente extractiva, con baja inversión, escasos recursos técnicos y de incipiente desarrollo del conocimiento, más allá de las técnicas usadas por los incas y apropiadas por los invasores.

La Colonia se define como una época de alto grado de ineficiencia expresada en términos de desarrollo minero y de extrema explotación de la fuerza de trabajo indígena, y devela en cada una de sus secuencias históricas una de las formas más crueles de la esclavitud y el colonialismo en Bolivia.

Durante la Colonia, acercándonos a emitir juicios sobre la conflictividad minera, es prudente afirmar que esta se desarrolló bajo el predominio manifiesto del interés por mantener el orden de servidumbre, semi-esclavitud y el dominio de la Corona española sobre toda actividad económica basada en explotación de la mano de obra; así se otorgó garantías al mecanismo de la Mita, la Encomienda y la regulación de la explotación minera desde una ordenanza del Virrey del Perú, Francisco Toledo entre los años 1569 y 1581.[1]

Al inicio de la República, la situación impuesta por la Colonia tiene algunos cambios

“Por las guerras independentistas la minería había caído ostensiblemente el mismo cerro de Potosí ya no era explotado, Santa Cruz mediante decreto 16 de febrero de 1830 crea un banco en La Paz para el rescate de oro y plata, el 4 de septiembre de 1830 aprueba el reglamento orgánico para los mineros de Potosí; dando de esta forma, el primer paso para la seguridad social.

Por decreto de 28 de marzo de 1838 sobre derechos de extracción de oro y plata y otras resoluciones que hacen que en ese periodo se creen las bases fundamentales de un Código Minero uno de los más avanzados en América” (https://es.scribd.com/doc/4664224/EL-MARISCAL-ANDRES-DE-SANTA-CRUZ-OK)

La Ley del 11 de noviembre de 1839, durante el gobierno de José María Linares, estableció que mientras se dé el código de minería, rijan las ordenanzas del Perú, y en su defecto las de Méjico. Al respecto de las ordenanzas Miguel Molina cita a Gamboa cuando afirma que “Estas Ordenanzas y la creación del Tribunal de Minería cambiaron el panorama de la minería novohispana a partir de ese momento. Su incidencia, no obstante, rebasó el estricto territorio mexicano y llegó hasta la otra gran zona minera de América: los Andes”.[2]

La ley del 11 de noviembre de 1939 terminó definitivamente con el Código Minero del 5 de noviembre de 1834. (Este código fue abrogado un mes después a su promulgación).

Belzu, en la línea de Andrés de Santa Cruz promulgó el Código Minero que estableció el dominio del Estado sobre sus riquezas naturales, Esta política proteccionista obligó a los mineros entregar su producción a los bancos de rescate y se les pagaba un precio menor al del mercado libre, Esto abrió enfrentamientos entre las posturas populistas y la intervención de intereses mineros transnacionales concentrados en el vecino país de Chile.

Entre 1857 – 1861 gobernó Belzu y con él la burguesía minera llegó al poder y declaró libre la comercialización de todos los minerales, exceptuando la plata

Alrededor del tercer cuarto del Siglo XIX el Presidente Melgarejo consolidó la enajenación de las tierras comunitarias indígenas y con ello, el establecimiento de la propiedad minera en manos privadas y la minimización del monopolio estatal iniciado por el Mariscal Andrés de Santa Cruz.

Los poco que quedaba del monopolio de Estado en la comercialización lo terminó Morales. Así, al tiempo de perder el monopolio en la comercialización de la plata, el Estado perdió igualmente la capacidad de control sobre las exportaciones de mineral.

Internamente el poder de hacendados vinculados a la minería y la Banca se consolidó con la invasión chilena a territorio boliviano. La Guerra del Pacífico fue una medida geopolítica a favor de intereses transnacionales a fin de apropiarse de los recursos naturales bolivianos, (Guano, salitre, cobre y litio).

Las exportaciones de minerales aumentaron y años después la oligarquía minero feudal se favoreció por el servicio de ferrocarril Antofagasta - Uyuni completado en 1889. El proyecto del ferrocarril fue un proyecto que favoreció al Poder Minero.

El 1925, Bautista Saavedra impulsó la actividad minera privada desde la promulgación de un Código Minero liberal, posibilitando que durante la primera mitad del siglo pasado (Siglo XX) la inversión minera introduzca tecnología de punta, pero sin tomar en cuenta para nada los intereses nacionales.

2.     La acción social y el conflicto minero en la primera mitad del siglo XX

Socialmente las proyecciones para superar las relaciones de explotación y de pobreza en la primera mitad del siglo pasado no cambio en nada a favor de las mayorías nacionales, y menos se pensó en cambiar las condiciones de explotación de los trabajadores mineros, ni las condiciones de exclusión y sometimiento de las mayorías campesinas - indígenas; más por el contrario en la política estatal se materializó los actos más conflictivos y represivos generados por los intereses de la actividad minera a favor de la rosca minera.

Ante la demanda por mejores condiciones laborales, Los hitos de represión estatal, hasta antes de la Revolución Nacional, contra los trabajadores mineros están marcados por los siguientes acontecimientos:

·      Las jornadas de movilización demandando el reconocimiento y la reincorporación de los despedidos, de la “La Salvadora” y “Llallagua desde la Federación Obrera Central Uncía en mayo y junio de 1923”. Según el historiador Guillermo Lora, estas jornadas terminaron con siete obreros muertos, varios heridos y desaparecidos, en los candentes hornos de Catavi. En la Masacre de Uncía tomaron parte los regimientos Sucre, Ballivian, Camacho y el Batallón Técnico.

·      El 21 de diciembre de 1942 trabajadores del sindicato de mineros de la empresa de Patiño fueron asesinados por las balas de metralletas del Ejército.

·      En Potosí, el 28 de enero de 1947 trabajadores mineros del Sindicato de Metalurgistas de la empresa ‘Unificada’ de Mauricio Hochshild, fueron acribillados, por la Policía.

·      En 1949 el ejército bombardeó el campamento de Siglo XX, demolió casas y ocasionó la muerte mineros y pobladores.

Las características del conflicto minero en este periodo se enmarcan principalmente en el accionar represivo del Estado a través de sus instituciones policiales y del ejército y en favor de la Rosca Minera. En consecuencia, la respuesta contrapuesta a la instrumentalización y manejo del conflicto generó situaciones insurreccionales desde el seno de los trabajadores mineros y del conjunto organizado de los trabajadores.

La Revolución Nacional en gran medida fue resultado de la maduración en la conciencia revolucionaria del proletariado minero y la generación de nuevas visiones de la clase media para enfrentar desafíos nacionalistas gestados en el fracaso en la Guerra del Chaco.

3.     De la revolución Nacional al Régimen de la Dictadura Militar.

La visión de lograr una minería bajo el control y administración de Estado se enmarca en un proceso y maduración del Poder Popular guiado por la lucha de clases y eventos socioeconómicos que desembocaron en la Revolución de 1952 y continuaron a lo largo del barrientismo y la dictadura Banzerista.

La Revolución Nacional de 1952 creó la COMIBOL (Corporación Minera de Bolivia.) mediante Decreto Supremo 31196 del 2 de octubre de 1952. La COMIBOL se fortaleció con las minas nacionalizadas que estuvieron en manos de Patiño, Hoschild y Aramayo desde antes de 1900.

Está bastante claro que la nacionalización, bajo la efervescencia de las masas movilizadas y el proletariado minero, fue más de interés político que económico; la COMIBOL de la Revolución Nacional incursionó en la actividad minera sin Capital suficiente y con una sentida falta de capacidad empresarial en un mercado de oferta y demanda.

El momento reflejaba elevados costos de producción, baja ley del mineral y agotamiento de las reservas de la minería nacionalizada; a estos factores se suma la presión internacional por revertir la situación revolucionaria y la exigencia para que se paguen más de 22 millones de dólares a los Ex barones del Estaño” y la presión interna para la cancelación de los beneficios sociales a todos los trabajadores (pago que correspondía a las ex empresas)

Para superar estos momentos adversos y el aumento de la producción, se asignó créditos públicos a COMIBOL, sin embargo, pese a generar recursos fiscales más tarde y ante resultados fallidos, se puso en tela juicio la mala gestión de la entidad minera estatal, sobre todo por la baja producción, el despilfarro de los recursos y la baja convicción revolucionaria de sus conductores, finalmente fueron entre tantos otros, factores de la caída del Movimiento Nacionalista Revolucionaria (MNR).

La caída del MNR, significó también la ruptura de la debilitada alianza del sector minero sindicalizado con el Estado. Frente al golpe de Estado comandado por Barrientos Ortuño y las medidas antipopulares, la clase obrera forjó su unidad y desarrolló convicción de lucha por conquistas sociales concatenada a proyectos políticos de tendencia marxista. Así la Política de Estado en “atención” al conflicto minero basó su accionar en la persecución selectiva de dirigentes mineros, activistas proletarios y de represión masiva a movilizaciones obreras.

El conflicto minero en este periodo visibilizo la demanda estratégica Política y Económica de los trabajadores organizados en la Central Obrera Boliviana al tiempo de denunciar el interés del Régimen Barrientista de acabar con los sindicatos y arrimarse a los intereses del imperio norteamericano y el capital transnacional.

El Régimen militar había sellado su naturaleza pro-imperialista y anti-obrera y en esa medida la clase obrera organizada en la COB salió en defensa de los intereses nacionales e intereses de clase.

En mayo de 1965 los sindicatos acordaron luchar por conquistas sociales, y declararon la Huelga General; las minas se insurreccionaron y el Gobierno empezó con una cadena de acciones represivas. La clase obrera altamente politizada, en junio de 1965 declaró “Territorio Libre” a Huanuni.

El 24 de junio de 1967, por orden del General René Barrientos Ortuño, presidente de Bolivia, militares de los regimientos Rangers y Camacho de Oruro asaltan los campamentos mineros de Siglo XX en el Departamento de Potosí, en Catavi, durante la Noche de San Juan. Este acontecimiento se conoce como la masacre de San Juan y dejó centenares de herido y decenas de muertos, en su mayoría moradores del campamento “La Salvadora”

El mismo año, en septiembre, el escenario de represión y de masacre se trasladó a Siglo XX y Catavi. El Regimiento Manchego y la Fuerza Aérea intervino para combatir la demanda de reposición salaria de los trabajadores mineros y el resultado fueron nuevamente 30 mineros muertos y más de 200 heridos.

La muerte de Barrientos Ortuño (abril de 1969) en parte cambió la política de represión del Estado, pero fue más por la desmovilización y replanteo estratégico de la FSTMB que por cambios de políticas en la gestión del conflicto minero. La vanguardia minera se acercó al Gobierno de Juan José Torres ante la propuesta de la conformación de la Asamblea del Pueblo, pero este acercamiento efímero, rechazado por los trabajadores, se vio truncado por el golpe militar a la cabeza de Hugo Banzer Suarez y la alianza partidaria entre Falange Socialista Boliviana y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (21 de agosto de 1971).

El golpe generó la movilización de los trabajadores y enfrentamientos con fuerzas del Ejército, en territorio nacional y en particular en Oruro, en las cercanías de Huanuni.

La vanguardia minera, desde la resistencia a la dictadura militar generó movilización popular hasta lograr el retorno de la Democracia el año 1978.

4.     Masacre en Concejo central Sur, Huanuni,  Caracoles, Viloco y Siglo XX

A partir del 17 de julio de 1980 Luis García Meza y Arce Gómez instauraron un régimen dictatorial con apresamientos y asesinatos en centros mineros. A la declaratoria de desacato al régimen militar por parte del  Consejo Nacional de Defensa de la Democracia CONADE y la vanguardia minera en Huelga General, en Tupiza, más de dos escuadrones militares detuvieron, torturaron y asesinaron amas de casa y mineros; el 20 de julio con metrallas y disparos se acalló la Radio Huanuni y asesinaron a 8 personas; el 3 de agosto hubo un enfrentamiento en Caracoles entre mineros y militares; estos últimos apoyados por la fuerza aérea, saquearon viviendas, golpearon niños, violaron a mujeres y a niñas[3]; y se retiraron cargando muertos y heridos en tres caimanes.

En Siglo XX y Catavi, luego de que la guarnición militar en la zona fuese atacada por mineros con la muerte de un soldado, la comandancia ordenó atacar en horas de la mañana el campamento minero de Miraflores matando casi una decena de mineros.

Con esto hechos se neutralizó la resistencia minera y consolidó el Golpe de Estado a la cabeza de García Meza y Arce Gómez. 

5.     De cara al Neoliberalismo

La dictadura militar y el periodo democrático neoliberal 1985 – 2006 tuvo en la actividad minera el centro de las determinaciones políticas.

En 1985, al ascenso del MNR, con Víctor Paz al mando del País se cerró las operaciones de casi todos los centros mineros y se despidió a miles de trabajadores del sector.

Lo que las Dictaduras Militares se habían propuesto persiguiendo, masacrando y reprimiendo a la vanguardia revolucionaria, paradójicamente fue lograda en el periodo neoliberal impuesto por Víctor Paz Estensoro. Este triunfo neoliberal fue en razón al apoyo que tuvo el régimen Movimientista en las direcciones del Movimiento Obrero y de corriente de la izquierda nacional. Es por demás conocido el apoyo que le brindo al MNR el dirigente minero Filemón Escobar, y la alianza electoral del MNR con el Partido Comunista Marxista Leninista, Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda – Siglo XX y la alianza parlamentaria con las bancadas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Partido Demócrata Cristiano y Frente Revolucionario Tupak Katari - Liberación.

En ese contexto político, la gestión del conflicto si bien tuvo un viraje en los métodos, el fin no dejó de ser el mismo, y de alguna manera las corrientes neoliberales impusieron un nuevo abordaje para la resolución del conflicto minero bajo el principio de la desmovilización de la vanguardia minera.

Esta facilidad de abordar el conflicto no hubiese sido posible de no anteceder a los acontecimientos la debacle económica de la Unidad Democrática y Popular UDP encabezada por el Dr. Hernán Siles Suazo, el sentimiento de derrota electoral – parlamentaria en los trabajadores ante el ascenso de Víctor Paz Estensoro y el desgaste generado por más un millar de huelgas, durante el gobierno del Dr. Hernán Siles Suazo, cuatro de ellas generales, de hasta 16 días donde se exigió al Gobierno tomar medidas radicales y ruptura con el FMI entre otros.

Las jornadas de marzo de 1985 fueron la culminación de las medidas de presión al Gobierno y el pedido de renuncia de Hernán Siles Suazo.

Ya al ascenso de Víctor Paz Estensoro la Marcha por la Vida en agosto de 1986 fue tal vez el último intento de movilización de masas de la década para resistir el modelo neoliberal impuesto por el MNR y sus aliados.

Lo que vino después, hasta el 2005, fue la imposición estatal en toda política minera a favor de la gran minería y en consecuencia el respectivo rechazo de trabajadores mineros y comunarios.

6.     Masacre de navidad

La masacre ocurrió durante el gobierno de Sánchez de Lozada en diciembre de 1996 en la Mina Amayapampa y la mina de Capacirca en el departamento de Potosí.

El epílogo del sangriento conflicto terminó con un saldo de 11 muertos y más de 60 heridos[4].

La masacre se dio en un momento en que se ratificó el pacto minero campesino para llevar adelante una lucha unitaria y conjunta a favor de la región del Norte de Potosí ante la compra de las minas por el capital extranjero (Da Capo Resources Ltda) y el incumplimiento de la empresa en cuanto a aumento salarial, construcción de posta médica, construcción de baños higiénicos, ensanchamiento de caminos, entre otros.

El movimiento minero campesino para entonces rechazó el ingreso de inversionistas extranjeros y el proyecto del Código Minero, igualmente se declaró la defensa intransigente de los Recursos Naturales.

La COB ratificó la huelga general indefinida, el bloqueo de caminos en todo el país y la "toma" de los puestos de trabajo en las minas.

La respuesta del Gobierno de Sánchez de Lozada se enmarca, en la represión, la militarización de la zona de conflicto y la posterior masacre de campesinos, trabajadores mineros y población civil.

“La masacre fue diligentemente preparada y comandada desde las altas esferas gubernamentales. La comandancia de las FFAA estaba en manos del Capitán General de las mismas, que por designios de la Constitución le correspondían a Gonzalo Sánchez de Lozada, quien no toleraría la osada ocupación de las minas” [5]

7.     Minería en el periodo neoliberal

De alguna manera todo conflicto responde a contradicciones de intereses concretos de clase, sector, región o interés individual, sin embargo, el acercamiento al estudio de la conflictividad minera en Bolivia se sujeta a indicadores macroeconómicos, primero porque a Bolivia se la caracteriza como un país minero y segundo por el rol que la clase obrera minera juega en la generación de riqueza y por la importancia en el PIB Nacional, entre otros.

Los primeros indicadores macroeconómicos para entrelazarlo con la conflictividad minera están centrados en la Inversión Minera y el Producto Interno Bruto Minero.

De la Revolución Nacional de 1952 al 1985, la inversión pública en minería fue significativa en relación a la inversión minera privada y en ese sentido el Producto Interno Bruto Minero fue también importante.

Durante el periodo de la Revolución Nacional la COMIBOL llegó a controlar hasta el 80 % de la producción de Estaño y se convirtió en el principal productor de la mayoría de los minerales principalmente, Wólfram y Antimonio, siendo también el principal inversor.

Cifras aproximadas dan para 1952 un aporte de sector mineros de 18% en relación al PIB M, fluctuando entre 11·% en 1960 y 15% en 1970. A partir de 1970 la bajada ha se ser constante hasta llegar a un 3.9 en relación al PIB en 1986.

La Inversión Privada frente a la Inversión Pública a partir de 1985 aumenta en sus cantidades absolutas y se invierten en las cantidades porcentuales. Para el año 1985 la inversión Pública alcanza a 16.8 millones de dólares frente a 4.8 millones de la inversión Privada. La Inversión Pública en 1995 es de 4.4 millones y la privada es de 114.7 millones. El 2005 la Pública es de 6.1 millones y la Privada de 6.1 millones. Si bien hay fluctuaciones importantes en cada uno de los años comprendidos entre 1985 y 2005, es claro que entre 1985 y 2005, la inversión Privada fue mayor al de la Inversión Pública; así se tiene un total de 584,7 millones de dólares de inversión Pública y 2664,2 de millones de dólares en la inversión privada, en porcentajes dan 18,0 % y 82,0 % de la inversión Pública frente a la Inversión Privada. (Fuente: Dossier de estadística Minera metalúrgica 1980 -2013)

En cuanto a la generación de empleo (Ver tabla I) las cifras son significativas ya que en cierta manera explican los cambios de políticas estatales en cuanto a la gestión del conflicto minero.

 


Tabla I: Empleo en Minería, en número de trabajadores.

Sector

1980

1984

1986

1990

2000

2006

2010

2014

Publica

27.823

29.803

7.500

8.056

117

4.726

5.936

8.072

Mediana

7.400

6.200

4.327

4.415

3.027

3.850

5.745

6.041

Minería Chica

13.046

14.465

6.273

12.500

2.345

2.550

1.881

2.077

Cooperativas

21.500

27.000

28.900

48.543

49.120

54.200

85.000

115.813

Total

69.769

77.468

47.000

73.514

54.609

65.326

98.562

132.003

% Publica

39,9

38,5

16,0

11,0

0,2

7,2

6,0

6,1

% Mediana

10,6

8,0

9,2

6,0

5,5

5,9

5,8

4,6

% Minería Chica

18,7

18,7

13,3

17,0

4,3

3,9

1,9

1,6

% Cooperativas

30,8

34,9

61,5

66,0

89,9

83,0

86,2

87,7

En la Tabla I se anota los años donde políticamente puede entenderse variantes significativas, así entre 1980 y 1984 se ve que la cantidad de trabajadores mineros del sector público aumenta en el rango de los dos mil trabajadores, mientras la mediana y la minería chica en el rango de los mil trabajadores. Los cooperativistas mineros aumentan en el rango de los 6 mil. Porcentualmente el aumento de los mineros cooperativizados es mayor al de los otros dos sectores.

Entre 1984 y 1986, años de implementación del sistema neoliberal y del despido masivo de trabajadores mineros, el Sector Público disminuye en el rango de los 20 mil trabajadores y el aumento de trabajadores de los otros tres sectores con pocos cambios fluctúa alrededor de los dos mil. Porcentualmente el año 1986 los mineros cooperativistas se constituyen en el 61.5 de la masa de trabajadores mineros de Bolivia, el doble de 1984 pero no porque haya aumentado el número de cooperativistas en la misma proporción del aumento porcentual, sino por la disminución acentuada del sector público.

De 1986 a 1990 los trabajadores de la minería chica se duplican, la mediana y la pública se mantienen sin fuertes cambios pero, las cooperativas aumentan en un rango de 20 mil, Esta última cifra podría en cierta manera interpretarse como que la minería cooperativizada se nutre del despido masivo del sector público.

Del 2000 al 2005 en el sector público se mantiene sin variantes con sólo 117 trabajadores, esto hasta el 2006, año donde aumentan a 4.726 trabajadores hasta llegar a 8.072 en 2014. El aumento de trabajadores en el sector público corresponde al inicio del proceso de cambio y la recuperación, favor del Estado de las empresas mineras que fueron privatizadas en el periodo neoliberal.

Entre el año 2000 y el 2006 la minería mediana y chica no tiene cambios significativos en el número de trabajadores mineros; un poco más de 5 mil trabajadores sin embargo la masa total de trabajadores que se acercó a los 50 mil entre el 2000 y 2005, el 2006 aumenta a 65 mil hasta pasar los 90 mil trabajadores el 2010 y superar los 115 mil el 2014.

Entre el 2006 y 2010 el número de trabajadores de la minería mediana aumenta y el de la minería chica disminuye, el sector que tiene un permanente aumento de trabajadores es el de las cooperativas que entre 2006 y 2010 aumentan más de 30 mil trabajadores mineros.

El sector cooperativista tiene un aumento permanente y relativamente es el sector que genera más ocupación de mano de obra en el sector minero; el 2014 las cooperativas absorben el 87.7% de la mano de obra en la actividad minera.

En la gráfica siguiente se muestra el crecimiento de la cantidad de trabajadores en valores absolutos de cuatro actores de la minería en Bolivia, y en cierta manera se puede entender el carácter estratégico con el que se manejó el Estado entre 1986 y 2005 en materia de política minera

 


El 2006 con el ascenso de Evo Morales se marca el Proceso de Cambio y a Revolución Democrática y Cultural dentro la estrategia política productiva tendiente a potenciar el Estado y toda instancia productiva (Privada, estatal, cooperativa y comunitaria) y entre reformas administrativas y la nueva Constitución Política del Estado se piensa en una nueva estrategia de la gestión pública y en medidas para su implementación de manera que sustenten la maduración de nuevos planteamientos y políticas estratégicas de la Revolución Democrática y Cultural y con ello la gestión y transformación del conflicto con la participación ciudadana, comunitaria y el conjunto de actores involucrados en la actividad minera metalúrgica.

La gestión integral del conflicto desde la mirada de participación social, comunitaria o corporativa puede en cierta manera no haber mostrado un potencial en la suma de argumentos y sostenibilidad, pero no hay nada que demuestre que una ruta contraria sea mejor. Ejemplos emblemáticos de esta contradicción pueden desarrollarse a partir de un estudio del Caso de la Nacionalización de la Empresa Minera Huanuni (Junio de 2006) y la incorporación de cooperativistas en el personal de planta (Octubre del 2006).

El 31 de julio de 2007 se promulgó la Ley 3720, que permite a la COMIBOL recuperar la cadena productiva.

8.     La gestión del conflicto minero – ambiental desde el Proceso de Cambio.

La actual Constitución Política del Estado reconoce como actores productivos a la “Industria Minera Estatal, Industria Minera Privada y Sociedades Cooperativas”, y la responsabilidad del Estado en la dirección de la política minera y metalúrgica, así como su fomento, promoción y control.

Pero por si sola la CPE no explica la gestión integral del conflicto minero sino que, en circunstancias actuales, al presentarse determinado por un devenir del desarrollo minero metalúrgico en una ruta marcada por la Agenda Patriótica 2025 y por un pasado y presente determinado por procesos que definieron las transformaciones económicas, sociales y políticas, podrá ser viable (toda gestión del conflicto) desde una ubicación política e histórica en el Proceso de Cambio y de la Revolución Democrática y Cultural.

Una ubicación histórica y política lleva a remarcar generalidades en el análisis de la minería, pero también posicionar casos concretos en el campo económico, político y social.

Si se considera que hasta antes del 2015 los índices históricos de la comercialización en la exportación de minerales, generaron excedentes con amplio beneficio para el desarrollo del país, los departamentos productores y el conjunto social, su descripción en sí misma no explicará la gestión pública ni la gestión al conflicto de manera aislada sino íntimamente ligado principios marcados por la ideología, tensiones sociales y por una indisoluble unidad funcional entre actores gobernados y gobernantes. En ese entendido se constata que el bienestar social no puede darse sin un proceso de desarrollo material y potenciamiento económico del Estado Plurinacional en sus ámbitos de gestión nacional, departamental, municipal, regional y comunitaria. Este hecho es resultado de la nueva visión estatal (2006 – 2018) y de manera clara contrario al viejo modelo de producción neoliberal.

Ahora bien, por un lado; los diferentes cambios, para beneficio del pueblo boliviano y el modelo productivo revolucionario propenden a iniciar un nuevo comportamiento en los actores productivos mineros y poblaciones afectadas, y por otro; la redistribución de la riqueza en la explotación, industrialización y comercialización de los recursos naturales encuentra el apoyo y la aceptación social para enriquecer e implementar el nuevo modelo de desarrollo minero metalúrgico que establece la Ley 535.

La ley 535, en cuanto al tratamiento del conflicto y la alerta en su aplicación objetivamente encara en primera instancia la superación de viejos conflictos, entre ellos los de avasallamiento de áreas mineras y áreas de producción agrícola y en segunda instancia, al definir una nueva institucionalidad y normativas correspondiente definir atribuciones y competencias en producción, control, comercialización y fomento en el marco de la CPE en miras a lograr  industrialización minera, gobernabilidad, cuidado al medio ambiente, entre otros puntos.

Un aspecto en la prevención de conflictos está ligado a la garantía que otorga la Ley 535 de Minería y Metalurgia en materia del Derecho a la Consulta Previa a los Pueblos Indígena Originario Campesinos y el respeto al Medio Ambiente y la Madre Tierra. En este aspecto, esta Ley junto a la normativa ambiental exigen que los operadores mineros deban prevenir, reducir y mitigar los impactos ambientales además de remediar y rehabilitar las áreas de explotación minera.

La ley en su contenido establece de manera implícita una nueva plataforma para la gestión de la Conflictividad Minera principalmente por los cambios jurídicos en cuanto a la propiedad y el derecho minero y las relaciones entre comunidades agrarias y urbanas con los operadores mineros.

La actividad minera en consecuencia, a una mejor gestión del conflicto, da una salto significativo en la búsqueda y creación de una nueva política minera a beneficio del Estado sobre todo cuando deroga todo aquello que en la ley 1777 (Código de Minería Sánchez de Lozada) establecía la bases de la propiedad minera, bases que permitía que toda concesión minera fuese un bien inmueble, transferible y transmisible por sucesión hereditaria con posibilidad de constituirse en objeto de hipoteca o de cualquier contrato público o privado.

C.     El conflicto en la actividad minera.

Por una parte, la problemática minera en tanto generador de conflictos es universal y ningún país ha sido ajeno a la aparición y desarrollo de conflictos. Por otra parte, esta misma actividad, minera metalúrgica, es esencial para el desarrollo económico y social de la humanidad y es evidente que ninguna etapa del desarrollo humano hubiera sido posible sin el uso y la transformación de minerales.

Es también evidente que la minería genera impactos al Medio Ambiente y de manera directa o indirecta afectan el desarrollo económico, social y cultural de los pueblos, (por lo que se puede considerar generador de situaciones de conflictividad) y por ello mismo se puede entender como generador de oportunidades de cambios y transformaciones tanto en la misma actividad como en otras.

Sin embargo, a las generalidades expuestas sobre Conflictos Mineros, en Bolivia el conflicto minero antes del 2005 eran entendibles y tratados en el marco de la lucha de clases; por un lado la defensa de las relaciones de explotación y por otro la transformación del modo de producción por la vía revolucionaria, la derrota del Estado Burgués Capitalista y la instauración del Poder Obrero - Campesino.

A partir del ascenso de Evo Morales y durante la gestión de casi 14 años, se diversifica las miradas para la comprensión del conflicto minero y en esa medida la gestión y transformación del conflicto parte de miradas de consenso, sustento normativo y ejercicio de derechos constitucionales (esto no significa de ninguna manera la extinción de la lucha de clases o algo parecido).

El Proceso Constituyente iniciado el 2006 y la nueva Constitución Política del Estado promulgada el 2009 responden a una mirada política de la solución del conflicto por la vía de la concertación, acuerdo, consenso o pacto social en el marco de la Revolución Democracia y Cultural.

Con la recuperación de los recursos naturales (a favor del Estado Plurinacional y la proyección de la actividad minera a favor de la COMIBOL) se experimentó una transformación de desempeño social, motivada principalmente por la experiencia acumulada por grupos socio económicos interesados en diversos proyectos mineros, con visiones, necesidades y objetivos particulares.

Al margen, por ahora de los precios, en subida o bajada de los metales, en Bolivia los conflictos mineros se van transformando de manera positiva fundamentalmente por la presencia peculiar de factores culturales y sociales, de gobernabilidad, económicos y ambientales, expuestos y tratables en la agenda de las instancias institucionales del Estado Plurinacional.

Así el viejo conflicto minero que sustentó una planificación de desarrollo nacional, que marginaba las decisiones y la participación comunitaria y social, se fue derrumbando.

El conflicto minero visto y encarnado en la lucha de clases fue una larga suma de situaciones creadas para defender y mantener ventajas y beneficios de los tradicionales grupos de poder frente al proyecto revolucionario y libertario del proletariado boliviano. El conflicto minero no fue, entonces, una situación generadora de oportunidades para el pueblo boliviano sino una lucha que debía ganarse o perecer en el intento.

La derrota electoral del neoliberalismo marcó el inicio del Proceso de Cambio y la trasformación institucional del Estado Plurinacional, y con ello la mirada de la Gestión del Conflicto su desarrollo y gestión, marcó la apertura a concepciones y acercamientos reales hacia una minería responsable con el medio ambiente y comprometida con los intereses nacionales, el bien común y la convivencia pacífica.

Con lo anterior el conflicto minero actual no deja de ser estructural y en cierta manera el conflicto minero endémico del pasado, deja de ser así para asumir modos más universales y gestionados desde la racionalidad de las partes.

D.    El conflicto es parte intrínseca del desarrollo de las sociedades y sus instituciones.

Los conflictos, en atención a las demandas sociales, sobre todo aquellos que implican la intervención de la institucionalidad estatal referida a la gestión del mismo o como parte interesada, tiene características y dinámicas propias, y en razón a ello su estudio, comprensión y abordaje difiere sustancialmente de conflictos caracterizado por el campo de lo privado o interpersonal.  

En general hacemos referencias a conflictos que tienen entre sus componentes fundamentales la determinación constitucional de atribuciones y competencias institucionales en la gestión de desarrollo, bienestar individual - colectivo y la administración de los recursos naturales.

La institucionalidad en la gestión del conflicto, al ubicarse en el momento histórico de transformación sociopolítica - institucional y al ajustarse a la visión de Estado Plurinacional tendría que   considerar las siguientes premisas:

·       La historia del Estado Plurinacional, la sociedad y sus instituciones son el resultado de la lucha de clases, las luchas reivindicativas de sectores explotados y pueblos excluidos en el pasado y que generaron procesos de transformación política, social y económica; son en sí mismas portadores de sus propias contradicciones y de su relativa superación dialéctica.  

·       Caracterizar al Estado responde a concepciones políticas e ideológicas tanto personales como institucionales y en esa dimensión el conflicto puede contextualizarse viendo al Estado como una instancia superior de la administración pública o caracterizándola como instrumento de dominación de clase en ejercicio de poder púbico. En todo caso es claro que el momento histórico de las luchas sociales y transformaciones políticas, económicas y sociales compaginan el conflicto y por ende su gestión.     

·       Toda gestión al conflicto se encara necesariamente entendiendo las contradicciones e interés de clase social, de sector, de grupo y de atribuciones y competencias institucionales asimilados por el proceso de consolidación institucional del Estado Plurinacional, pero marcado ideológicamente, en la actualidad, por la Revolución Democrática y Cultural y el Proceso de Cambio en miras a su solución o gestión de transformación positiva.

·       La Constitución Política del Estado, a partir de su promulgación en febrero de 2009, estableció competencias y atribuciones institucionales definiendo actores productivos mineros privados, estales y social cooperativo, enmarcándolo el conjunto de desarrollo productivo a una estructura de participación ciudadana compleja y sobre todo de empoderamiento de sectores sociales y productivos diversos.

·       El sustento fundamental que lleva la gestión del conflicto prioriza el Bien Común y se consolidad en el proyecto político – cultural de la Revolución Democrática y Cultural induciendo a tareas políticas a organizaciones económicas corporativas, sindicales, comunitarias y colectividades revolucionarias.

·       La movilización de sectores populares - revolucionarios y la nueva visión estatal han modificado los puntos de inflexión en la gestión del conflicto sobre todo porque la tendencia en la curva de interés estatal revierte la curva ascendente de empoderamiento de minorías productivas, por el empoderamiento de las mayorías excluidas, velando por el bienestar y el crecimiento económico y social de estas últimas.

·       La gestión integral del conflicto supone la disminución de la brecha entre pobres y ricos, distribución de la riqueza más equitativa y diseños de relacionamiento entre las instituciones estatales y los ciudadanos, revolucionando desde modelos positivos y dinámicos de la gestión del conflicto.

Con las premisas anteriores se comprende que el conflicto, para su transformación y gestión, pasan necesariamente por una permanente y cualificada participación ciudadana, ejercicio de la democracia intercultural y por la participación del total de actores involucrados en el conflicto; y que en su gestión y transformación misma se debe plasmar los intereses particulares individuales y colectivos de la sociedad y el Estado en el marco de la defensa, promoción y protección principista del constitucionalismos boliviano sujeto al derecho positivo y consuetudinario.

E.     El componente cultural en la gestión del conflicto.

De manera particular, en el conflicto donde la actividad minera interviene como factor central del origen, será de gran ayuda precisar algunas definiciones sobre Cultura y su incidencia en la gestión del Conflicto.

“La cultura es el resultado acumulado de experiencias, valores, religión, creencias, actitudes, significados, el conocimiento, las organizaciones sociales, los procedimientos, los plazos, los roles, relaciones espaciales, conceptos del universo y los objetos materiales y posesiones adquiridas o creadas por grupos de personas, en el curso de generaciones, a través del esfuerzo y de las creadas interacciones individuales y de grupo. La cultura se manifiesta en los patrones de lenguaje, comportamiento y actividades y ofrece modelos y normas para las interacciones aceptables del día a día y estilos de comunicación. Cultura permite a las personas a vivir juntos en una sociedad dentro de un entorno geográfico determinado, en un determinado estado de desarrollo técnico y en un momento determinado en el tiempo” (Adaptado de Samovar y Porter. 1972).

Si el conflicto se desarrolla con elementos culturales y dentro de él, entonces se entiende que su interpretación no puede ser estática, es decir el conflicto se mueve desafiando estándares rígidos y conceptos cerrados. El conflicto es en consecuencia resultado acumulado de experiencias y todo lo que en ello conlleva el término de Cultura expresado en la definición anterior.

Sin embargo por las características del conflicto y su necesidad de estudio o atención institucional, el conflicto no puede desmarcarse de la amplitud conceptual que genera toda forma de organización estatal, y en particular del Estado Plurinacional de Bolivia, esto en razón a que las sociedades actuales se desarrollan bajo visiones y misiones institucionales planteadas por estructuras estatales y porque toda organización estatal establece un paraguas jurídico, que se adjunta a la amplia definición de cultura,  para definir y encaminar los roles institucionales, sociales, individuales y colectivos legales en sus funciones y atribuciones entendidas como deberes, obligaciones o derechos.

Así, las estructuras institucionales al estar inmersos en todo conflicto responden durante su gestión, transformación o resolución necesariamente a circunstancia determinadas en la satisfacción de necesidades y creación de satisfactores bajo el paraguas del bien común, con interacción particular de la institucionalidad estatal con grupos sociales y proyectos de vida individual que comparten historia y significados culturales comunes.

Dicho de otra manera, el conflicto visto en la amplitud anterior y con la perspectiva del Estado Plurinacional y de Desarrollo Humano, se transforma de manera positiva en tanto se apoya en una estructura normativa (Derecho Positivo) y mecanismos participativos incorporados desde el Derecho Consuetudinario o Natural estableciendo desde ambos el compromiso del Estado y la Sociedad con la transformación de conflicto.

Así es lícito establecer mecanismos de transformación de conflictos en función a las determinaciones culturales de los actores, características técnicas o metodológicas, de las herramientas usadas y los tiempos de duración del conflicto, pero al mismo tiempo sin obviar la base de la planificación establecida y las líneas estratégicas de desarrollo económico, político y social.

F.     Entender el Conflicto generado por actividades Mineras desde sus dicotomías.

El desarrollo de las sociedades modernas, fue posible básicamente en virtud al conocimiento, desarrollo, manejo, transformación, industrialización y comercialización de los minerales y otros recursos naturales, por ello el conflicto minero ambiental se entiende desde posiciones dialécticas e históricas.

En ese entendido básico, de la expresión anterior, si lo que se quiere o se pretende es, describir la naturaleza conflictiva de la actividad minera, sin perder el horizonte que determina los factores socio políticos y las relaciones económicas predominantes en un periodo determinado del desarrollo de la sociedad y del Estado, será necesario acercarse a sus manifestaciones variadas y diversas como portadoras de procesos estructurales y/o coyunturales.

La actividad minera, en tanto actividad productiva y de desarrollo social en la actualidad está inmersa en un sistema de relaciones de producción capitalista y de mercado dominado por la oferta y la demanda, y en ese entendido sus contradicciones (si bien, son inherentes al sistema de producción capitalista y de permanente manifestación conflictiva sobre todo porque las relaciones de explotación y enajenación del bien común a favor de privados y de intereses particulares), contravienen al fundamento principista del Bien Común y del Vivir Bien; en consecuencia una vía para mirar la resolución o transformación del conflicto es profundizar y consolidar líneas de acción política hacia el bienestar comunitario con el desarrollo tecnológico e industrial de la minería y metalurgia.

El conflicto minero ambiental es entonces potencialmente manifiesto al visibilizar las contradicciones estructurales generadas por la explotación de la mano de obra, la libertad discriminada en el enriquecimiento y acumulación de riqueza privada e individual y el control del mercado y precios de los metales por las transnacionales entre otros. Pero al hacerse manifiesto el conflicto minero ambiental, se muestra también como impulsor de políticas y estrategias de Estado dirigidas fundamentalmente a la promoción del ejercicio de derechos y obligaciones constitucionales en la ciudadanía de manera general y de manera particular de derechos en los Pueblos y Naciones IOCs, instituciones y comunidades agrarias y mineras.

Así, en la generalidad expresada en el párrafo anterior, un eslabón significativo del conflicto minero ambiental se manifiesta y desarrolla en las relaciones sociales y de producción entre instancias institucionales del Estado, actores mineros del conjunto de la cadena productiva minera y poblaciones afectadas directa o indirecta por la actividad minera.

El conflicto visto con los elementos anteriores requiere de mecanismos y herramientas universales y particulares de abordaje si lo que se quiere es intervenir en él desde la concepción de resolución, gestión o transformación.

Es evidente, entonces que todo mecanismo o herramienta utilizados para entablar una relación de partes en conflicto refleja tendencias contrapuestas que pueden evolucionar a un entendimiento de complementariedad; o evolucionar hacia su forma contrapuesta.

Cuando se hace referencia a lo contrapuesto se habla de lo que puede entenderse como antagónico o claramente diferenciado en sus intereses; y de complementariedad cuando el logro del interés de una parte ayuda al interés del logro de la otra parte.

Así los contrapuestos y de manera particular en razón al presente ensayo, el conflicto minero ambiental, puede incubarse desde algún tópico que se menciona a continuación:

·       Las relaciones laborales de explotación de la gran industria y mediana industria estructuralmente crean el antagonismo de clase entre; trabajadores y empresarios, pero el impacto al medio ambiente y la caracterización de la propiedad sobre los recursos naturales incorpora a la comunidad, población o PIOCS como un tercero determinante en el conflicto.

·       La actividad minera inevitablemente incuba diferencias entre imaginarios de “Preservación del medio ambiente y/o desarrollo minero”, de manera que toda actividad minera y el desarrollo industrial minero es un factor potencial fetichizado de conflicto que involucra a la institucionalidad estatal.

·       El enfrentar dos imaginarios que pueden mostrarse complementario en unos casos y antagónicos en otros, y al estar tanto la actividad minera como la preservación medioambiental regulado por el Estado Plurinacional, su abordaje en tanto conflicto siempre tendrá componentes legales, sociales, económicos, políticos, de gobernabilidad y gobernanza.

·       De manera particular la otorgación de Derechos Mineros a operadores mineros no tendría que entenderse como factor de conflictos en los términos en los que nos referimos en el presente escrito, sobre todo por la regulación precisa y las competencias definidas para el Órgano Ejecutivo a través de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera AJAM y el Órgano Legislativo Plurinacional. entre otros; sin embargo, la dicotomía conflictiva, se manifiesta entre operador minero y Pueblos y Nación IOC con intermediación del Estado en razón al ejercicio del Derecho a la Consulta Previa y la Consulta Pública.

·       Cuando la actividad minera es ilegal, el Ministerio Público interviene a solicitud de la AJAM. Así el Poder Público (Órganos del Estado) actúa en resguardo de la soberanía y el Estado de Derecho, es en esa medida en que el conflicto desde la intervención estatal se mueve en el marco de represión al delito.

En cada una de la anteriores situaciones, mencionadas (y que sin duda hay otras tantas más), la intervención de la institucionalidad estatal, la población y operadores mineros es de significativa importancia, se podría hasta afirmar que el conflicto se entiende en gestión, en tanto se entienda la efectiva regulación del Estado para la actividad minera metalúrgica y ambiental en la perspectiva de lograr el control de la actividad minera en respeto a los Derechos de la Madre Tierra y la garantía al respeto y ejercicio de los derechos ciudadanos, políticos, económico y sociales y la de los pueblos y naciones indígenas originario campesino.

Finalmente, para avanzar desde esta primera parte, ningún conflicto minero ambiental está al margen de imaginarios colectivos en torno al bienestar social y el Vivir Bien, en ese entendido ninguna gestión y transformación positiva del conflicto puede entenderse sólo desde la atención a la demanda social o sectorial o la sola gestión institucional del Estado, sino está la plena determinación participativa de la sociedad, comunidad y actores involucrados en el desarrollo social, económico, político y preservación del medio ambiente.

El conflicto minero ambiental entonces es entendible en su transformación, oportunidad y desarrollo si se maneja desde la premisa de “consecuencia de la participación social” en la construcción de imaginarios hacia el “Vivir Bien” (Satisfacción de necesidades) y manejo administrativo responsable y sostenible del “Bien Común”.

G.    Hacia una Política y Estrategia de Gestión integral del “Conflicto Minero”

El conflicto minero ambiental es un “Conflicto Social” y por lo mismo “motor de las transformaciones sociales económicas y políticas” en un amplio espectro de lucha de contrarios, de desarrollo o transformaciones de intereses de clase, cualificación de competencias institucionales y procesos de transformación cualitativa y cuantitativa en las relaciones de producción y gobernanza. 

Por lo anterior, la gestión integral del conflicto minero ambiental, de derechos mineros o laborales, en tanto parte intrínseca a la naturaleza contradictoria del Estado involucra, por un lado a la función y estructura institucional estatal, y por otro al ejercicio ciudadano del conjunto normativo de derechos políticos, económicos y sociales establecidos en la normativa del Estado Plurinacional de Bolivia.

En consecuencia, al diseñar la política estratégica de la gestión integral del conflicto se puede considerar algunos tópicos metodológicamente concatenados:  

·       La Necesidad

·       La demanda

·       Políticas económicas y sociales[6]

Al respecto de una demanda, esta puede ser solvente, potencial o social y si es resultado de una necesidad real, atendible y entendible se concatena a la gestión institucional en el marco de normativas, derechos y obligaciones del Estado y de la ciudadanía.

Con lo anterior se puede constatar las siguientes aproximaciones que ya en si misma son parte de una Política y Estrategia de Gestión integral del “Conflicto Minero”

·       Un punto de partida del conflicto se origina en la demanda y se desarrolla en su atención u omisión, así se entiende que la gestión a la demanda en temas, mineros, laborales y ambientales por parte del Gobierno del Proceso de Cambio, impulsado por el presidente Evo Morales Ayma, es cualitativamente diferente y democráticamente superior al tratamiento del conflicto minero de los periodos de la Colonia, República, dictaduras militares y el periodo neoliberal. De esto deviene la importancia de encontrar puntos y objetivos comunes a la instancia demandante como a la instancia demandada.

·       El conflicto minero ambiental desarrolla controversias en primera instancia causadas por las relaciones de producción que en la actividad productiva y comunitaria coexisten y, en segunda instancia en respuesta a mecanismos de control a la regulación estatal de la actividad minera. En esa determinante conceptual se entiende el conflicto minero desde una serie de hechos concatenados expuestos a métodos dialécticos de conocimiento y de transformación que devienen de la época colonial, republicana y la actividad minería post a la vigencia de la Ley 1333 de Medio Ambiente.

·       El conflicto minero, ambiental y laboral a lo largo de la historia de la minería en Bolivia ha presentado niveles de radicalidad en sus fases manifiestas y de latencia casi de forma permanente de tal manera que se puede decir que históricamente la conflictividad ha sido el termómetro social para medir el grado cualitativo del ejercicio democrático primero al interior de la República de Bolivia y segundo en la nueva construcción institucional del Estado Plurinacional de Bolivia.  

·       La actividad minero, laboral o ambiental en el entendido de su transformación dialéctica a través de la gestión de la demanda pasa por momentos de atención y cambios con avances cuantitativos, que determinan en manera parcial desenlaces cualitativos superiores a los anteriores. Son por lo tanto desenlaces que permiten medir y predecir secuencias futuras de todo conflicto. 

Identificamos entonces, cuatro objetivos iniciales en la acción estratégica de intervención en la gestión integral del conflicto.

Objetivo 1.    Atender la demanda social de manera adecuada y acorde a políticas de desarrollo económico y social.

Objetivo 2.    Mantener estado permanente de alerta al desarrollo de controversias.

Objetivo 3.    Controlar y mitigar las situaciones propensas a la violencia por efecto de posturas intransigentes y radicales.

Objetivo 4.    Transformar de manera cualitativa el conflicto buscando y esperando  desenlaces acordados, consensuados y favorables para las partes. 

A las consideraciones de los ejes de interpretación, conocimiento y transformación, acoplamos el componente de gobernabilidad y gobernanza plasmados en el ámbito doctrinal por cuanto toda estrategia de Gestión Integral del Conflicto establece criterios estratégicos filosóficos en concordancia a actos procedimentales y sustantivos. Así se debe considerar la doctrina entendida desde:

1.     El desarrollo productivo y humano de una minería responsable en el marco de la agenda 2025

2.     El respeto a los derechos de la Madre Tierra

3.     El Pleno ejercicio de los derechos de los PIOCs

4.     El derecho ciudadano a la Participación.

5.     El Conjunto normativo compatible en la satisfacción de las necesidades sociales e institucionales.

6.     El Proceso de Cambio y la Revolución Democrática y Cultural.

A manera de síntesis es prudente afirmar que al hacer referencia a la Política y Estrategia de Gestión de la Conflictividad Socio Ambiental del Sector Minero Metalúrgico se piensa que, en el marco de toda estrategia nacional de desarrollo productivo minero metalúrgico, y en esta razón en toda gestión de conflicto se interviene en un marco fundamentalmente de la atención y gestión de la demanda social institucionalizada y regido normas y competencias establecidas.

Igualmente, para su comprensión, conocimiento y transformación se utiliza mecanismos de encuentro, diálogo, acuerdo, mediación y concertación, pero en sí mismo estos mecanismos no deben entenderse como mecanismos alternos a la gestión de la demanda social.   

La institucionalidad estatal tiene la asignatura pendiente de sistematizar sus experiencias negativas y positivas en el abordaje de conflictos y en base a estos elementos plantearse la validación de políticas y estrategias de gestión del conflicto.

1.     Rol institucional interno y externo en la gestión de conflictos.

Desde un recuento en base a información y experiencias acumuladas institucionalmente se puede constatar en tema de gestión de conflictos que el rol de la institucionalidad estatal en su generalidad se centra, por un lado en el monitoreo, sistematización o el diagnóstico de la situación del conflicto, y por otro en su intervención directa que puede ir desde gestiones simples y concertadas hasta aquellas donde se debe disponer de dispositivos legales e instancias coercitivas  estipuladas por ley.

El primer rol, que puede entenderse dentro las funciones o competencias operativas es más de carácter interno y muchas veces expuesto y presentados con confidencialidad temporal o permanente, el segundo rol responde a criterios más de gobernanza, es decir dirigida a mantener y mejorar las relaciones del Estado con la ciudadanía en niveles de comunicación óptimas. En ese sentido una línea estratégica buscará preservar roles e imagen institucional, y para tal objeto se puede apelar a los medios de comunicación estatales y privados con la finalidad de informar y al mismo tiempo validar acciones ante la opinión pública. Pero también son estos medios de comunicación las opciones usadas por contrapartes institucionales o personales en la atención, mediación o transformación del conflicto.

En general en toda ley encontramos características particulares para la gestión administrativa y en consecuencia a la gestión de conflictos, generando roles específicos y particulares. Para el caso de la Minería, el carácter de una gestión basada en el diálogo lo encontramos cuando autoridad competente dispone instancias de diálogo disponiendo notificaciones a partes en conflictos; igualmente su carácter deliberativo al generar espacios de consulta, deliberación y propuestas; de carácter mediador al orientar procedimientos y tomar definiciones finales.

Estos roles institucionales, tanto internos como externos son partes fundamentales en toda Política y Estrategia de Gestión integral del “Conflicto Minero.

Los roles de actores externos a instituciones estatales son más complejos no solo porque es el accionar externo la exposición material de las contradicciones del conflicto, sino porque no están fundamentalmente ligados a instancias decisorias y de niveles ejecutivos; sin embargo, se debe entender que son los roles internos de la institución los que deben sustentar, promover, propiciar el curso comprensivo y analítico del conflicto. Al respecto es legítimo argumentar que una buena alerta temprana evita el desarrollo del conflicto, un buen análisis lleva a acuerdos y un buen seguimiento prevé conflictos.

2.     Identificación y tratamiento metodológico del conflicto.

Los conflictos mineros – ambientales, laborales o de derechos mineros entre otros no son hechos ocultos o aislados. El conflicto es o responde a una suma de circunstancias, hechos y cambios manifiestos y de diversa naturaleza, que en su atención institucional son predecibles en tanto propicien (si provienen de demandas concretas) respuestas enmarcadas en el campo de la normativa en vigencia, la racionalidad, el bien común y el destino político económico del desarrollo material y espiritual del ser.

Así que aplicando un criterio deductivo, entendemos que toda operación u actividad minera o actividad extractiva generará un conflicto de intereses entre operadores mineros, comunidad agraria y Estado y en ese criterio la actividad minera y la actividad agrícola desarrollada en un espacio común o colindante  debe ajustar su accionar a normativa en vigencia y a tuición de la institucionalidad con atribuciones y competencias constitucionales y marcadas por ley. El mismo criterio vale para relaciones laborales, es decir para las contradicciones entre capital y trabajo o para controversias en temas de derechos mineros deben ser tratados dentro el campo de los derechos constitucionales, laborales, civiles entre otros.

El conflicto al hacerse manifiesto desde la suma de hechos, significa que se descubre a través de una acumulación cuantitativa de contradicciones y que al pasar de un etapa de latencia a una manifiesta, el conflicto puede entra al campo de nuevas formas cualitativas para transformarse.  . El conflicto para transformarse o entender su transformación debe en parte negar sus causas anteriores y darse a la superación de antiguas contradicciones y encaminarse  hacia nuevas demandas y gestiones.

Entonces toda identificación de conflicto para ser prevenido, entrar en alerta temprana o ser atendido en su etapa manifiesta desde la gestión integral del conflicto debe devenir de seguimientos, monitoreo y análisis de situaciones o realidades identificadas, conocidas o investigadas, no sólo en sus hechos manifiestos sino en sus procesos más relevantes y etapas de trasformación.

3.     Análisis del conflicto

¿Cómo se podría generar respuestas a la demanda de bombeo de aguas ácidas de la mina San José, en Oruro, si no se ha hecho seguimiento o se desconoce respuestas anteriores tanto de COMIBOL como del Ministerio de Minería y los Gobierno Autónomos? Sin una memoria oficial, sin una sistematización de convenios interinstitucionales, sin un recuento de momentos y sin conocer la capacidad de movilización del sector minero la gestión integral y adecuada del conflicto es imposible.

Esta pregunta nos separa dos niveles de intervención institucional en el conflicto, el primero que viene determinado por la necesidad de generar Estados de Alerta, prevención en base a un seguimiento y monitoreo permanente, y lo segundo que es la atención misma al conflicto manifiesto. Lo segundo lleva intuir una serie de metodología para el tratamiento del conflicto, pero de ninguna manera a plantear recetas, porque sencillamente no existen recetas ni manuales únicos.

La experiencia sistematizada y validada en el análisis y mediación de conflictos difundidas en diversos estudios hace referencia prevalente a los Medios Alternativos de Solución de Controversia (MASC), entendido como medios que buscan la solución de conflictos entre actores involucrados ya sea de manera directa o mediante la intervención de un tercero imparcial.

El uso de los MASC responde a una escuela de Resolución y transformación de conflictos, pero que en definitiva no funcionan al margen de la problemática y el curso de su desarrollo, es decir al margen de una interpretación dialéctica y de ajuste metodológico a leyes del materialismo histórico.  

Todo nuevo aprendizaje y comprensión de un conflicto, y por ende toda respuesta a un problema o conflicto se circunscribe a la experiencia, conocimientos, procesos cognitivos sistematizados, vivencia y la aplicación de saberes adquiridos por los actores institucionales y nada es al margen de una vivencia particular, cultura y medio socio-ambiental de desarrollo y crecimiento material y espiritual.

Con lo anterior, como argumento metodológico, concluimos que implementación de mecanismos y herramientas de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta temprana, bajos características y diseños específicos es parte instrumental de la Política y Estrategia de Gestión Integral de la Conflictividad Minera; con esa certeza de por medio a continuación exponemos consideraciones y desarrollamos características, componentes y protocolos de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana.   

H.   Monitoreo, seguimiento, análisis y Alerta Temprana de Conflictos (MSAAT)

Diferentes ministerios desarrollan roles en la gestión de conflictos y principalmente en su monitoreo, prevención y alerta temprana. Algunos ministerios encargan o asignan esta labor a unidades específicas y desarrollan o implementan para el caso bases de datos o programas específicos.

Para el caso del Ministerio de Minería y Metalurgia la Unidad de Consulta Pública y Participación Comunitaria desarrolló una aplicación informática para realizar el Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana.

Estas tareas en definitiva se las debe entender como roles internos institucionales dentro la Política y Estrategia de Gestión integral del Conflicto Minero

Al respecto de la implementación y consolidación de la Política en Gestión de Conflictos Mineros del Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM) el Proyecto de Fortalecimiento de la UCPPC, primero identifica resultados en la implementación de la aplicación informática de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana y posteriormente las traduce en las recomendaciones entre las cuales resaltamos los siguientes objetivos:

Objetivo 1.    Consolidar roles en la UCPPC para el Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana

Objetivo 2.    Desarrollar un proceso de consolidación y fortalecimiento institucional en materia de gestión de conflictos, en la perspectiva de ampliar sus alcances a instancias del Ministerio de Minería y Metalurgia.

Objetivo 3.    Realizar actividades de capacitación y formación, sobre gestión integral del conflicto para cualificar sus recursos humanos.

Objetivo 4.    Abrir espacios de intercambio de criterios y experiencia en la comprensión de conflictos mineros, mejorar la coordinación e intercambio de información entre las diferentes instancias del MMM.

Bajo estos objetivos propuestos para el MSAAT es pertinente (en base a estudios de los conflictos mineros en los últimos años), consolidar la aplicación informática para las tareas de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos desde el Ministerio de Minería y Metalurgia con una base de datos estructurado con los componentes mencionados a continuación:

·       Una base de datos que registre las noticias concernientes a la actividad minera difundidas por medios digitales.

·       Una base de datos para el seguimiento a convenios, acuerdos o pactos firmados por el Ministerio de Minería y Metalurgia con Organizaciones Sociales, PIOCs, Organizaciones Sindicales, Cooperativas y otros.

·       Una base de datos que almacena el Seguimiento al proceso de Consulta Publica realizados por responsables de Operaciones Mineras en el marco de la ley 1333 y sus reglamentos y Procesos de Consulta Previa en el marco de la Ley 535 y el DS 026-2015.

·       Una base de datos que registra el seguimiento, análisis y alerta temprana de conflictos.

·       Tres bases de datos para registrar los contactos institucionales, de organizaciones sociales y sociedad civil y las tareas asignadas al personal de la Unidad de Consulta Pública y Participación Comunitaria.

Esta aplicación o programa por su particularidad y especificidad debe responder a un determinado protocolo, el mismo que presentamos a continuación, El mismo que debe ser de usos y conocimiento restringido en su amplitud.


PROPUESTA DE PROTOCOLO PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA APLICACIÓN DEL MSAAT.

Al proponer el esqueleto de un protocolo de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales, lo hacemos considerando su aplicabilidad institucional en cualquier nivel de gobierno.

Considerando que fue desarrollado desde el servicio en una instancia particular, es que se hace referencias en el cuerpo del escrito al área minero, y a la institución donde fue puesta en ejecución durante la Gestión 2015 – 2018, pero que por razones referidas a los acontecimientos del 2019 no fue sometido a una validación completa y tampoco presentada en su diseño final por lo que no se avanzó con su respectiva Resolución Ministerial, para oficializarlo e institucionalizarlo. En ese entendido no deja de ser una propuesta abierta a instituciones públicas, pero fundamentalmente para apoyar y encaminar la conflictividad en el marco de oportunidades para mejorar la Gestión Pública y lograr los fines de la Revolución Democrática y Cultural y el Proceso de Cambio en el comprendido del pluralismo económico, cultural y político. 

Con la aclaración anterior, de acuerdo a la estructura del Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales SMSAATCS, el eje referido a los conflictos es el que se torna central y en esa medida el protocolo, plantean por un lado los procedimientos institucionales a seguir en diferentes fases que componen su contenido y, por otro lado, los roles y funciones que desempeñarán instancias públicas se relacionan para casos de gestión Integral del Conflicto. (Repetimos que puede ser cualquier Ministerio u otra Instancia Pública)

El Protocolo para el Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos (MSAAT) tiene los siguientes objetivos:

·       Establecer los criterios técnicos que regirán las acciones de la Institución Pública en sus diferentes instancias, para el Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales.

·       Determinar los pasos y procedimientos que seguirá la Unidad Asignada ejecutar Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales.

·       Establecer los roles y funciones que deben desempeñar cada una de las instancias de la instancia institucional en el proceso de intervención en el Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de conflictos.

A.    Condiciones del protocolo

El Protocolo MSAAT condiciona su funcionamiento a:

·       El flujo de información relacionada a los conflictos debe seguir los canales institucionalizados.

·       Hay una instancia que recibe y envía la información (Unidad Ejecutara del Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales)

·       El manejo de la información se rige por los principios de confidencialidad y seguridad en niveles definidos.

B.    Niveles del protocolo

Este Protocolo MSAAT involucra a cuatro niveles de acción:

A. Nivel de Toma de Decisiones

·       Máxima autoridad Ejecutiva

·       Vice ministerios o direcciones.

B. Nivel de Consulta Estratégica

·       Gabinete.

·       Asesoría legal.

·       Comunicación.

C. Nivel de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos

·       Unidad Ejecutora de Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales.

D. Nivel de Información y Alerta

·       Unidades centrales, descentralizadas y dependientes

·       Jefaturas o unidades de Comunicación y redes Sociales

·       Instancias regionales o territoriales

·       Redes de apoyo o de seguimiento

·       Instituciones públicas y privadas, y ONG del área

C.     Relación entre los niveles

El nivel de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos centraliza y descentraliza la información generada niveles, la analiza y procesa para incorporarla en la base de datos que registra el seguimiento, análisis y alerta temprana de conflictos y realizar el reporte que será enviado al nivel de Toma de Decisiones y de Consulta Estratégica.

El procedimiento para nuevos reportes es cíclico y de acuerdo a necesidades de los distintos niveles de protocolo.

D.    Protocolo de actuación

El Protocolo de MSAAT del conflicto tiene cuatro fases:

·       Fase I. Monitoreo y Seguimiento e identificación del conflicto

·       Fase II. Sistematización de la información sobre el conflicto, actores y otros

·       Fase III. Caracterización y Análisis Técnico - Político

·       Fase IV. Reporte y envío al nivel A y B.

Fase I. Monitoreo y Seguimiento e identificación del conflicto

Se refiere al monitoreo de noticias del área con hincapié en noticias que alertan posibles conflictos y el seguimiento a conflictos en estado de latencia registrados en la base de datos principal de conflictos.

Esta fase exige el desarrollo de tareas de monitoreo de noticias, seguimiento a hojas de ruta, convocatorias, manifiestos, resoluciones y permanente contacto con actores del conflicto y los actores de los cuatro niveles de protocolo.

Igualmente considera estar atento a información difundida o transmitida mediante redes sociales, Twitter, Facebook, WhatsApp, Internet entre otros.

Es importante en esta fase, para la elaboración consistente del reporte, hacer la verificación de toda la información recibida través de los denominados “representantes institucionales” o por medio del contacto con los actores indirectamente o directamente involucrados en el conflicto. Esta verificación puede ser por vía Teléfono, Celular, Chat, Entrevista personal u otro que el momento exija y la oportunidad proporcione.

Una actividad en esta fase es acopiar toda documentación (Convocatorias, acuerdos, contratos y otros) para digitalizarlo. 

Fase II. Sistematización de información del conflicto

Está a cargo de la unidad ejecutora del Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales y con los datos primarios se registra la base de datos y con el mínimo de información se reporta al nivel A y B por vía del WhatsApp, Twitter u otra plataforma o medio de comunicación rápida.

Con los recursos que se cuenta se va llenando la base de datos para pasar a la Fase III

 

 

Fase III. Fase III. Caracterización y Análisis Técnico -Político

Se caracteriza el conflicto de acuerdo a las opciones que marca la base de datos, se llena los registros o se actualiza, dependiendo de que se trate de un conflicto nuevo o uno que ya fue reportado. En esta fase se realiza el análisis respectivo y que debe ser evaluado y discutido en lo posible por la unidad ejecutora y afines en razón a competencias y responsabilidades.

Fase IV. Reporte y envío al nivel A y B

El reporte que emite desde la base de datos es enviado a los niveles A y B del protocolo de conflictos, con la confidencialidad que el caso aconseje (El reporte tiene un formato establecido por el sistema informático).  

El reporte una vez recibido por el nivel de Toma de Decisiones y de Consulta Estratégica es considerado por estos niveles quienes podrán solicitar mayor información a otras instancias o instruir el curso de nuevos reportes a la unidad ejecutora del Sistema de Monitoreo, Seguimiento, Análisis y Alerta Temprana de Conflictos Sociales.

El conflicto será semaforizado, reportado y considerado en función a necesidades marcadas por su desarrollo, como la tipología, radicalidad, ubicación, ámbito de influencia, tipo de conflicto, liderazgos, tendencias, estadísticas, tiempos, opiniones, normativas legales, comparaciones, eventuales situaciones de riesgo, discernimiento de escenarios posibles, estrategias de abordaje, costos, tiempos, actores primarios y secundarios, entre otros.

 

 



[1] La ordenanza reguló “el cateo y el descubrimiento de las minas y sus registros; las labores de explotación en los socavones; los pleitos y los procedimientos judiciales; los desmontes y el pago a los indios mineros”.

[5] http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2009122202

 

[6] La “Necesidad” es concreta y real, por ello es parte del desarrollo económico social y políticos de las sociedades organizadas; la “Demanda” es solvente si se cuenta con los recursos y se recurre al mercado, es potencial cuando no se cuenta con recursos y no recurren al mercado (Educación Pública, Salud Pública, bonos, etc.). Es social cuando se genera desde una organización con capacidad de presión. Las políticas económicas y sociales tienen que ver con una gama regulaciones de mercado, soluciones alternativas, entrega de bienes, rebaja de precios o servicios, donaciones, prestaciones, entro otros. También tiene que ver con la protección de viene públicos, tangibles e intangibles y otros.