En el presente proceso electoral nos encontramos frente a un nuevo fetiche de corte liberal, clasista y racista; el Voto Válido. Este voto hoy como en ningún otro momento político es venerado en exceso, hasta de manera irracional, supersticiosa y perversa, subliminalmente enarbolando la caída del poder campesino, indígena, originario, obrero y popular.
Desde este fetiche de orden
político y social, las fuerzas reaccionarias y conservadoras idealizan mañosamente
el apoyo a su proyecto privatizador, altamente represor, neoliberal y
capitalista. A este voto se le personifica como el promotor del consenso en la toma
de decisiones en contra la protesta social y la persecución de dirigentes y
líderes indígenas y con este voto se busca desmontar el Estado Plurinacional.
Toda la derecha fascista, centrista,
más la sombra de la izquierda tradicional boliviana, en estas elecciones se
disputan el Voto Válido con el fin de anular la participación ciudadana en la
toma de decisiones en la gestión pública; idolatran el voto válido como la
carta en blanco para instalar bases, militares gringas en territorio nacional,
traer la DEA y militarizar el país.
Las consecuencias inducidas por
el fetiche del voto válido nos llevarán a las siguientes situaciones:
Anulación de la crítica y la
reflexión hacia la gestión pública neoliberal capitalista.
Polarización y división de las
visiones de país y su consecuente persecución a las movilizaciones populares y
de izquierda.
Desprecio por la complejidad y la
diversidad plurinacional, restándole protagonismo a lo crítico, reflexivo e
inclusivo
Desmovilización de las
organizaciones sociales y los movimientos revolucionarios
El enfoque fetichizado del voto
válido nos está llevando a una devaluación de la democracia y al empoderamiento
de la dictadura capitalista.
Finalmente, el Voto Válido fetichizado anula el sentido del consenso y fetichiza el concepto de mayoría.
Por Carlos A. Alejandro Lara Ugarte
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