Por Carlos Lara Ugarte
El futuro puede ser el resultado de cómo interpretemos los acontecimientos y del grado de responsabilidad con la que los líderes de la fuerzas políticas interactúen, en la problemática nacional.
En ese sentido el devenir político estará en proporción directa a la calidad de participación de la sociedad civil. Así, con respecto a las determinaciones gubernamentales y el control al proceso constituyente: a más participación mejor devenir, a menos participación, empantanamiento de conflictos y fuertes posibilidades de enfrentamiento.
Una alta participación cualitativa se tiene que dar en el contexto legal establecido en el título preliminar de la Constitución Política del Estado (El pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes, referéndum y Asamblea Constituyente), pero también puede ensayar nuevos espacios, formas y mecanismos innovadores y que puestos en práctica sean considerados válidos y constructores de espacios de diálogo y encuentro.
En el actual momento de incertidumbre nos parece bueno identificar dos miradas en el accionar político nacional y sobre las cuales en algún momento tendrá que caer la responsabilidad de lo que la sociedad viene gestando.
Si partimos de la opinión generada por los medios de comunicación entenderemos de manera particular el rol y las expectativas que la sociedad civil está creando en torno a las visiones del MAS y del Comité Cívico Pro interese de Santa Cruz.
Por razones de interpretación, si nos ubicamos en un momento antes de la promulgación de la Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente nos encontramos con dos miradas distintas sobre los objetivos y fundamentos de la Asamblea Constituyente.
El Comité Pro Intereses de Santa Cruz a lo largo de los últimos años fue forjando un liderazgo político en oposición al MAS. Así cuado la representación mayoritaria en el parlamento encuentra a una oposición que corre a refugiarse en el potencial político de los cívicos cruceños, no nos queda más ojos que ver lo evidente: Es el debate entre la concepción del MAS y el Comité Cívico Cruceño la referencia de la problemática nacional.
Por ello y sin temor a equivocarnos podemos decir que para medir la correlación de fuerzas a nivel político en el país se la debe hacer en función al accionar del Comité Cívico y las instancias organizadas del MAS.
Con el fin de evidenciar lo anterior, simplemente nos debemos limitar a ver los titulares de la prensa nacional y escuchar los debates emitidos por los distintos medios de comunicación.
Es pues evidente que al ser; el MAS y el Comité Cívico los referentes más organizados de la lucha política de los bolivianos, ellos son quienes deben resolver el problema. Y en esta lucha de posiciones por distintas razones ambos miran caminos distintos de interacción y se atribuyen valoraciones demasiada subjetivas. Así a los del Comité Cívico se les atribuye la representación exclusiva de la oligarquía cruceña, cuando a los ojos de todos está claro que esto no es cierto. A los del MAS se les etiqueta de dictadores, comunistas y ateos, cuando también es claro que eso es falso.
Y si fuese cierto y respaldado todo lo anterior, lo de oligarcas y comunistas, ¿Es acaso un argumento, el ser oligarca o comunista, para ser descalificado del derecho de todo boliviano a la libertad de expresión, opinión y tener una opción económica y filosófica de vida? ¿Es acaso un argumento para descalificarlo y desconocer su representatividad? Sin duda que no.
El desafío actual en la Asamblea Constituyente es precisamente buscar o inventar las reglas que nos permitan neutralizar el efecto negativo de estas diferencias y buscar el desarrollo social, económico y espiritual de todos con ayuda de todos.
Creo que todos los bolivianos debemos cualificar nuestras relaciones de convivencia y entender que podemos construir una unidad en la diversidad. Y no sólo por que seamos bolivianos, sino por que esencialmente somos humanos.
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