Si todas las decisiones importantes de nuestra vida en sociedad las someteríamos a votaciones cuantificables, ha estas alturas ya tendríamos una escala para medir el grado de compromiso democrático institucional. Y si los números los separamos de todo comportamiento ético, la sociedad y las instituciones se polarizarían en bandos numéricamente definidos.
En base a esa afirmación me animo, primeramente a proponer una salida al problema numérico de la Asamblea Constituyente, y ligarlos tentativamente a un replanteo ético del asunto.
La A.C. discute el valor de la democracia desde dos números o proporciones. Es curioso ver cerrada las opciones del dos tercios y la mayoría absoluta, como si no hubiesen infinidad de números para negociar.¿Acaso no existe los siete doce avos (7/12)? que, podría ser un número de negociación intermedio entre la mitad mas uno y los dos tercios.
Si fuese la de los 7/12 una nueva propuesta, veremos a los estrategas políticos hacer operaciones numéricas para ver si el número de asambleístas del MAS llegan a los 7/12. En todo caso como hay infinidad de números entre los dos tercios y la mitad mas uno, discutamos otros. Por ejemplo entre la mayoría absoluta y los 7/12 está el 13/24 y entre el 7/12 y el 2/3 está el 15/24, todos estos números o proporciones, entre la mitad mas uno y los 2/3.
Si estamos negociando números, busquemos la solución en nuevas proporciones o números de consenso. ¿Acaso cuando se trata de números, los bolivianos no somos expertos en regatear? ¿Quién no ha regateado diez puntos en el colegio o en la universidad?. Cuando negociamos el precio de una mercancía, también regateamos, pues apliquemos lo que sabemos y regateemos los números hasta donde podamos lograr consenso, pero sin amenazar, ni chantajear.
La idea de los números es una propuesta, y que aun, a sabiendas de que será analizada bajo fuertes supuestos y valoraciones (objetivas y subjetivas) tendientes a generar escenarios hegemónicos, no deja de ser un llamado a “desclavar los maderos que tapian nuestras puertas y ventanas”.
Por lo que veo, me convenzo que ya es deber nuestro mirar al proceso asambleísta con nuestros ojos y darnos tiempo en cada momento para limpiar los vidrios empañados de conflictos; unas veces imaginarios y otras veces reales.
Nuestra cotidianidad política está llena de problemas y sus soluciones están mirándonos, sin embargo muchos no queremos levantar la mirada para jalar la mano.
Me gustaría recordar lo que el gran físico Albert Eisten mencionaba. “No hay problema irresoluble, sino problema mal planteado”. Y bajo esa lógica, si los asambleístas, acompañados de sus instituciones y el pueblo no resuelven el problema de los dos tercios o la mayoría absoluta es por que sencillamente, el problema no lo estamos planteando adecuadamente o lo estamos haciendo con intereses ocultos y argumentos que buscan truncar la libre y pacífica convivencia.
Santa Cruz, noviembre, 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por los comentarios