LA
COB Y EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES
Por Carlos
Alejandro Lara Ugarte
La
idea de administrar el “Poder Público” o tener el control de los Órganos del
Estado por parte de colectividades ideológicamente afines o como suma de
intereses individuales económicos comunes no es nueva ni es interés exclusivo de
clase, comunidad, pueblo o movimiento social alguno; de hecho la organización
de la sociedad en Estado supone que todo estamento social, productivo,
religioso entre otros, puedan ejercer el derecho a “Tomar del Poder Político”
desde iniciativas individuales o colectivas, en toda la gama de los derechos
constitucionales establecidos en la norma suprema del Estado Plurinacional.
En
esa lógica de ejercicio y en el marco de derechos constitucionales individuales
y colectivos, reviste de importancia en el acontecer político nacional
especular y argumentar sobre la viabilidad real o no del proyecto de la COB
para conformar o construir un Partido Político.
No
se trata de forzar razones para desestimarla o de manejarla en un espacio de susceptibilidades
por quienes administran hoy la institucionalidad estatal o sencillamente por quienes
no manifiestan interés por hacerlo, pero sería una error que corriente política
alguna u opinión especializada instrumentalice el proyecto de construcción de
un Partido Político liderado por la dirigencia de la COB, a objeto de desestabilizar
regímenes democráticos o convertirlo en trampolín de intereses ajenos, salvo
que el fin mismo del Partido de los Trabajadores sea hacer lo mencionado.
Necesariamente
el Partido de los Trabajadores para el caso concreto boliviano podría ser
explorado y entendido desde una adhesión crítica a dos posibles miradas; una
debatidas históricamente y la otra desde las nuevas circunstancias creadas a partir
del proceso constituyente. La primera dentro la amplitud de aquella condición
subjetiva a la que se refería el revolucionario ruso Lenin para impulsar y
dirigir la Revolución Proletaria y la segunda desde el ejercicio democrático
establecido en la CPE adherido a un proyecto de Estado Plurinacional con
autonomías y carácter plural. En ambos casos sin obviar el carácter
internacional de la lucha obrera pero definiendo previamente el pandeo entre lo
antagónico y complementario de las dos miradas mencionadas.
En
cierta manera todo acercamiento al análisis o implementación del Partido de los
Trabajadores llevará a valorar el momento histórico en lo sustancial o
transitorio del Poder Obrero, introduciendo en el debate interno la concepción
de la Dictadura del Proletariado como forma del ejercicio del Poder emanado de
una insurrección popular, con el respectivo ascenso de los trabajadores a clase
dominante para sentar las bases de un Estado Socialista y Sociedad Comunista a
objeto final de caminar hacia la abolición del Estado, las clases sociales y la
lucha política; o simplemente mirar el poder en la mera disputa de espacios
institucionales dentro la estructura y proceso que se desarrolla en el Estado
Plurinacional con autonomías.
Hacia la
dictadura del proletariado
Históricamente
esta mirada desarrollada en sus diversas versiones o tendencias clásicas
sustentadas en las jornadas revolucionarias del siglo pasado en Rusia, Cuba,
China, Vietnam entre otras, testimonian un tipo de partido para los
trabajadores, un partido con capacidad de dirigir una insurrección o una lucha
armada con carácter prolongado o insurreccional contra un régimen de dominación
clasista, entendido este régimen como burgués o capitalista.
Sobre
esto, desde un repaso histórico del movimiento obrero y su ejercicio de
administrador y conductor del un Estado, en sus acontecimientos e
interpretaciones se puede evidencia las debilidades de las corrientes
socialistas y comunistas, evidenciando al momento de profundizar cambios
revolucionarios su incapacidad para superar sus contradicciones, al grado verse
en la necesidad de adherirse a sectores del viejo sistema y generar el desgaste
de procesos revolucionarios fundamentalmente por la inadecuada administración
estatal y el erróneo relacionamiento entre pueblo y Gobierno. Son en ese
entendido muchos lo ejemplo en los que la revolución obrera concebida para
conducir la revolución socialista y la conformación de una sociedad comunista
quedó truncada o derrotada y en consecuencia viabilizando la reorganización de
las fuerzas burguesas y capitalistas.
Son
estas experiencias y estos hechos, de manera general y en primera instancia, lo
que el Partido de los Trabajadores de la COB no puede dejar de analizar y
proyectarla adecuadamente al logro del bien común, sobre todo si lo que se
quiere es desarrollar un proyecto de clase desde la toma del poder y la
instauración de un nuevo régimen político que encamine la construcción de una
sociedad igualitaria, aboliendo toda forma de producción basada en las relaciones
de explotación y poder, y con la misión de ser instrumento de construcción de
una vida plena.
Dualidad cobista
en la coyuntura
En
el mejor de los sentidos, en la coyuntura política actual y en miras a las
elecciones nacionales de 2014, en razón al interés electoral vertido por los
dirigentes de la COB, de manera general cabe preguntarse si es la Central
Obrera Boliviana en si misma ya un instrumento de lucha por el poder político o
una instancia legalmente constituida de los trabajadores de Bolivia para encaminar
la demanda reivindicativa de derechos laborales y sociales ante el Estado
Plurinacional.
Para
tener aproximaciones y posibles respuestas válidas, al concatenar criterios
diversos marcados por la trayectoria revolucionaria de la COB, sus acciones de
resistencia armada y pacífica a los regímenes militares y la demanda laboral y
social en periodos de gobiernos democráticos fundamentalmente, es posible
afirmar tentativamente que la COB es una instancia de lucha y defensa de la
democracia y los derechos constitucionales, y en menor grado una instancias de
reivindicación económica y social, pero podría desde otra mirada analítica concluir
lo contrario; entender a la COB fundamentalmente reivindicativa y coyunturalmente
de lucha y defensa de los derechos constitucionales o en definitiva entenderla
en su instancia eminentemente revolucionaria, negadora de toda forma de
producción y democracia burguesa y constructora de la democracia obrera y
formas de producción socialista. Esta última teóricamente sustentable pero
prácticamente insostenible si se recurre a ejemplificar los intentos fallidos
en Estados socialistas y comunistas de Europa, Asia, América y África, pero
fundamentalmente inconsistente para el caso de la COB sobre todo por la
intensión de recurrir a las elecciones denominadas por sus expositores
radicales como base de los regímenes, gobiernos y Estados demoburgueses.
La
disputa del poder político vía elecciones al interior de un régimen demo
burgués, en la voz de sus actuales exponentes e ideólogos visibles del proyecto
del Partido de los Trabajadores, pone incógnitas
a la posibilidad de entender a la COB actualmente como principista, clasista y
antagónica al Estado Liberal y Burgués, principalmente entendiéndose y
visualizándose mediáticamente como una más de las pocas agrupaciones o
colectividades opositoras de izquierda al actual Gobierno en única razón de
asignar la representación demo burguesa del momento al MAS y Evo Morales.
En
síntesis, no hay nada en el pasado ni el presente que lleve a suponer que la
COB y el proyecto de construir un Partido Político vayan más allá de una
disputa institucional en la administración estatal del Estado Plurinacional vía
elecciones, y claro con las deficiencias de no haber asimilado plenamente el
proceso constituyente y la construcción del Estado Plurinacional.
Un
punto de debate será discernir si el Poder Obrero y el Partido de los
Trabajadores son sustentables en un Estado Plurinacional (en menor o mayor
posibilidad política que en el viejo Estado – Nación), o sencillamente es
irrelevante debatir bajo estas variables.
Contradicción en
la acción política y reivindicativa
En
la razón misma y luego en su resultado deliberativo, es donde se puede ver las
contradicciones en la acción política y la acción reivindicativa de la COB y el
proyecto de Partido de los Trabajadores
Al
referirse al ámbito de la acción política de los partidos de Izquierda
marxista, leninista, trotskista, maoísta, guevarista y otros; se tiene que
hacer referencia a ámbitos de filiación cobista principalmente de mineros,
fabriles, campesinos, magisterio y en menor medida salud.
Dejando
a un lado en lo que podría terminar o con lo que podría empezar el Partido de
los Trabajadores: como una alianza de agrupaciones, fracciones o agrupaciones
marxistas; es evidente que un viejo estilo de acción política de las organizaciones
políticas de izquierda patentó la vieja práctica de introducir cuadros
políticos al interior de la COB, de las organizaciones de trabajadores en las
fábricas, centros laborales y comunidades, para formar y promover nuevos
cuadros dirigenciales y promocionarlos a cargos del ejecutivo y direcciones
departamentales y sectoriales, es por ello que en su interior inevitablemente
se manifestarán las contradicciones de dichas corrientes político - ideológica
y no las contradicciones de los trabajadores bolivianos en si misma. Está claro
que en la relación Partido - COB se deliberan aspectos doctrinales,
ideológicos, económicos y políticos de interés universal dejando lo concreto y
específico en el mero accionar coyuntural reivindicativo, exponiendo la
prioridad de la teoría universal y relegando la lucha cotidiana por las
transformación de una realidad concreta.
Será
entonces el Partido de los Trabajadores en el entendido político de lo
cotidiano el centro deliberativo de las contradicciones ideológicas y políticas
de los partidos y muy débilmente el centro deliberativo de los objetivos
estratégicos y tácticos de la clase obrera boliviana dentro el proyecto de
liberación, descolonización y construcción del Estado Plurinacional, en
consecuencia se inducirá a la COB a ser el espacio de debate político donde se
niegue la propiedad privada y enarbole la abolición de esta forma de propiedad
pero sin desarrollar aspectos prácticos y teóricos de la propiedad comunitaria
o de la forma de producción comunitaria en el marco establecido por la CPE.
Desde el partido de los Trabajadores se puede inducir a la COB ser el centro de
debate de los planteamientos universales del marxismo leninismo pero no de la
tarea histórica que le toca desempeñar en las circunstancias actuales del
proceso de inclusión de los pueblos y naciones indígena originaria campesina; ser
el centro de debate de la negación del Estado burgués en cuanto la considera
instrumento de clase pero no de la construcción de un Estado que puede ser el
suyo y del cual pueda participar activamente como sujeto de derecho en el marco
de la acción política.
En
resumen la COB, en razón a la intromisión multipartidista del cual es objeto y
fue objeto históricamente, vive las contradicciones que genera el discurso de
la izquierda partidista y que prácticamente no ayuda a diferenciarla
ampliamente dentro la pluralidad política en los términos que establece la CPE.
El
Partido de los Trabajadores es por ahora un espacio de propuestas de las
izquierdas que viven y se desarrollan para proponer actividad política al
interior de la COB y si de ella ha de nacer un Partido Político lo mas probable
es que nazca huérfana de una sólida base electoral, no por que sea la COB ajena
a una realidad electoral sino porque nace en la tutela y en el seno mismo de
quienes se desarrollaron tímidamente o de manera marginal en el campo
electoral, con más fuerza en disputas dirigenciales ideológicas preestablecidas
y hasta dogmáticas, y sobre todo entendiendo al trabajo electoral y trabajo
proselitista como ajenas a su propia acción. En ese entendido los partidos de
izquierda marxista leninista, trotskista o maoísta tendrían que conformar su
propia coalición y dejar que la COB encuentre su propio rumbo revolucionario.
Desafío para la
COB y el Partido de los Trabajadores
El
gran desafío para los partidos de izquierda promotores del Partido de los
Trabajadores es convencer a los afiliados que la COB que su organización matriz
es una instancia de lucha política y que sus estructuras orgánicas pueden
migrar de lo sindical reivindicativo a lo político electoral, que el liderazgo laboral
es el mismo tiempo liderazgo político participativo y representativo y pueden
seguir esa ruta bajo la influencia de actores fuera del centro de acción
sindical.
El
desafío para la COB es analizar la realidad y precisar el tema de la
independencia de clase con el supuesto que al tener representantes electos en
instituciones del “Poder Público” se opta por la vía del manejo del Estado fracturando
el sentido mismo de la independencia de clase y de la independencia sindical.
Esto fundamentalmente porque las instituciones están en movimiento de elementos
democráticos de consenso, reglas democrática liberales y políticas económicas y
sociales en el campo de lo plural.
Esto
es entender el proceso de cambio en el campo institucional y sobre todo el
diseño constitucional un tanto alejado de las propuestas de insurrección
obrera, guerra popular prolongada, guerra de guerrillas o levantamiento popular
armado a mediano plazo.
Así
al optar por poner en competencia electoral el Partido de los Trabajadores para
suplantar el accionar político de la COB es empezar a ver a una COB en manos de
ajenas y expuesta a acuerdos extra sindicales; no se si eso es lo que se quiere
de la COB a corto plazo, y si se quiere tener a la gloriosa COB expuesto a
diatribas de activistas que no respetan decisiones orgánicas concebidas en el
centralismo del ejecutivo sindical y en el avance cualitativo que todo
movimiento obrero y popular debe tener al calor de las transformaciones
institucionales del Estado Plurinacional.
La Paz, 11 de junio de 2013
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