ESCEPTICISMO IZQUIERDISTA
Por Carlos Alejandro Lara Ugarte
Exponemos una interpretación particular sobre el papel
de la izquierda en los procesos revolucionarios y en las transformaciones
políticas en Bolivia a objeto de entender su rol y participación en la actual administración
del Estado. A partir de ello el presente escrito expone observaciones a una
parte del escrito de James Petras titulado “Radicalismo
en el exterior, ortodoxia en casa”
En las
jornadas de las luchas sociales del siglo pasado las fuerzas revolucionarias “
se inspiraban”, para la creación de propuestas e implementación de su praxis revolucionaria,
en las transformaciones estructurales reales de los estados, en acciones
emancipadores de liberación y la lucha de clases entendiendo plenamente sus
contradicciones antagónicas; ahora, la izquierda boliviana en semejanza a otras
fuerzas y agrupaciones políticas afines y de tendencias diversas, cambian estratégicamente
“esas” fuentes movilizadoras o, por usar una analogía con el campo literario,
cambian sus “musas” revolucionarias. La izquierda boliviana, hija del
republicanismo colonial y de la lucha de clases, empujados ahora por las
transformaciones institucionales, reacomodan en unos casos, y cambian en otros sus
fundamentos históricos materialistas y principios ideológicos marxistas, por un
campo de interés fundamentalmente electoralista. A decir de muchos escritos la
Gestión Pública y la administración del Estado ligado al liderazgo de Evo
Morales son las principales fuentes de debate político e ideológico que retoma
la izquierda.
Es notorio cómo,
las fuerzas a la que se hace mención en el párrafo anterior, concentran grandes
esfuerzos por generar esquemas discursivos desde la crítica y análisis a la gestión
Evo Morales y en menor medida desde la proyección Teórica-Práctica del Estado
Plurinacional “diseñado” en la Asamblea Constituyente; por ejemplo en unos
casos dejan a un lado las bases de su accionar ideológico y optan por centrar
su acción partiendo de la valoración a la gestión gubernamental 2006 – 2013 con
el fin aparente de asumir una posición de apoyo u oposición a la candidatura de
Evo Morales y en otros, desde una fundamentación principista e ideológica
aportan o cuestionan el curso del Proceso de Cambio y la Revolución Democrática
y Cultural en aras de proyectar o encaminar los cambios estructurales que a los
largo del siglo pasado fueron bases y sustento movilizador. De manera similar en
estos márgenes se mueven las posturas de analistas y libre-pensantes de la
izquierda tradicional opositora o afín al actual gobierno.
En la mirada
anterior desde una lectura o un análisis medianamente riguroso del contenido de
los artículos y escritos publicados en la prensa es posible y necesario en
primera instancia aproximarse a descubrir nuevos intereses, hechos y circunstancias
generadas por el accionar de lo que fue históricamente la fuerza del
pensamiento crítico y antagónico al capitalismo.
Así y
analizando desde un primer centro pre electoral y en la lógica a la que induce
la democracia representativa se puede conocer en cierta manera el subjetivo
político y proyección militante de la izquierda nacionalista, marxista,
maoísta, trotskista, estalinista, guevarista, katarista, indigenista,
reformista, anarquista y ultrista, entre otros.
Un primer
hecho de acercamiento es constatar que el eje del discurso pre-electoral de la
izquierda se asienta en la necesidad de estructurar argumentos que validen o
justifiquen de manera coherente la hipótesis de apoyar o no a Evo Morales, si
bien no como el fin último al menos con el interés de empoderar vagamente una
razón particular de colectividad coherente a un principio o una ideología de
contenido popular y revolucionario aplicable a la teoría del desarrollo del
Estado o la gestión pública en el Estado Plurinacional.
Aclarando lo
anterior y tratando de tener mayor criterios de la “evolución” del accionar de
la izquierda, desde hechos aún frescos es prudente recordar que el 2006 al
posesionarse Evo Morales como presidente de la República de Bolivia el apoyo de
la izquierda fue el compromiso militante de trabajar con los ideales y
proyectos revolucionarios y populares desde la gestión de un gobierno de
izquierda en razón directa a como se concibió en su momento el ascenso del MAS
y el liderazgo de Evo Morales.
En el
momento de ascenso se concibió el triunfo electoral como la victoria más importante
de la izquierda después de una larga lucha política, ideológica e institucional
del proletariado, de campesinos, indígenas, clases medias y sectores marginados
y excluidos, razón por la que los sectores más conservadores y reaccionarios
organizados en corporaciones empresariales, estructuras cívicas y políticas no
dudaron un solo momento para incorporarse y hacer bloque para intentar derrotar
al Gobierno (elegido por voto popular) mediante acciones inconstitucionales y
golpistas. Evidentemente estos últimos no sólo percibieron de manera directa el
cambio de las circunstancias de desarrollo económico y social que se generaría
con el nuevo conductor del Estado Plurinacional, además comprendieron que
Bolivia empezaba a tomar rumbos vistos desde otro punto y posta que jamás sería
el suyo. Definitivamente los viejos grupos de poder y clases medias
privilegiadas sintieron la emergencia de nuevas “masas” organizadas protagónicas
en el quehacer político.
Pero la
izquierda en cierta manera, antes de la disyuntiva actual; la disyuntiva de apoyar
o no a Evo Morales, ya se vio en la encrucijada de optar moralmente por uno de dos
caminos, principalmente porque la realidad no se ajustó al dogma y, porque el
liderazgo ganado por el “caudillo” se imponía a toda institucionalidad
partidista y al centralismo democrático de los burós políticos partidistas de la
escuela marxista. La izquierda de manera general se movió en los márgenes de la
presión positiva y crítica al líder, en el cuestionamiento y el apoyo militante
a la acciones en contra la reacción y los grupos de poder y en consecuencia de
la lucha por el poder cuestionado en un momento y apoyando en otro la emergente
lógica de un poder de “masas” que poco a poco se empoderó en el manejo del Estado.
Las “masas” ejercieron poder y ejercen a través del caudillo, que es decir que
no es el caudillo en si mismo el poder.
Posterior a
aquel momento de sus primeras decisiones, las posturas de oposición y
desacuerdos de fuerzas aliadas al MAS en círculos de colectivos organizados en
partido o de colectivos como suma de individualidades militantes del proceso de
cambio, se dieron durante el funcionamiento de la Asamblea Legislativa (2006-2008),
con argumentos principalmente centrados en la crítica al liderazgo de Evo
Morales; lejos estuvo ésta primera disidencia de mostrar a la opinión y al
entorno constituyente un sustento ideológico y de praxis revolucionaria.
Los casos
pueden presentarse como desacuerdos de gestión y administración de la cosa
pública, pero basado en interés de grupos o de tendencias en el entorno
presidencial. En este periodo la izquierda trotskista y katarista en cierta
manera permaneció sólo a la expectativa de los que podía darse en la Gestión de
Gobierno “Masista”. De esta actitud se definió una postura de oposición pero de
ninguna manera de fortalecimiento o posicionamiento ideológico y principista
opositora, al grado de que en momentos de agudización de la lucha entre los
poderes del viejo estado y el nuevo gobierno las postura opositoras de
izquierda coincidieron con las demandas y planteamientos de los grupos
empresariales y de poder nacional e internacional, en ese marco de actitudes
más que acciones políticas mismas prefirieron callar y no apoyar las medidas
anti – imperialistas que asumió el Gobierno de Evo Morales. En estas actitudes
se denota los primeros síntomas de la ceguera o del escepticismo de la
izquierdista post ascenso de Evo Morales y trabajo de la Asamblea
Constituyente.
Posterior a
la Asamblea Constituyente y principalmente antes y después de las elecciones
nacionales de 2009 la disidencia de sectores de la izquierda, que al inicio de
la gestión acompañaron a Evo Morales, centró su artillería en la crítica y
observaciones a la gestión pública y el entorno ministerial de una manera más
elaborada pero siempre huérfana de la ideología y de un proyecto revolucionario
cercano a lo expuestos a finales del siglo pasado. Así sólo se cuestionó el
desarrollo de una economía extractiva en el tema de los recursos naturales en
el marco del desarrollo estratégico, se puso en vitrina mediática la falta de
desarrollo industrial y poco apoyo a la industria como política pública. En sí
se cuestionó de diversa maneras el desarrollo de una economía primaria y el
olvido de una economía secundaria, y a todo ello sumado ciertos aspectos de la
economía terciaria. La izquierda disidente criticó las acciones de
nacionalización y hasta defendieron los intereses transnacionales, manifestando
su temor a la desolación de hacer de Bolivia un Estado al que las
transnacionales y el capital extranjero la veten. A muchos les hubiese agradado
el veto de las potencias pro-imperialistas, pero la fuerza y movilización democrática
del pueblo boliviano y los estados alineados a proceso de liberación y el
proyecto bolivariano anti-imperialista como Venezuela, Argentina, Chile,
Ecuador y otros de Centroamérica dieron el mensaje de no permitir más
intromisiones del Imperio ni de potencias capitalistas; y es que América latina
dejaba de ser el patio trasero del imperio norteamericano, y así cono Hugo
Chávez enarboló y condujo la lucha de los pueblos de América, poco a poco Evo
Morales fue convirtiéndose en un referente del posicionamiento
anti-imperialista, anticolonialista y anticapitalista en América Latina y el
mundo.
La izquierda
militante del Proceso de Cambio y de la Revolución Democrática y Cultural
entendió y participó del viraje hacia la autodeterminación real de los pueblos,
sin embargo en la izquierda disidente no estructuraron jamás un frente ni
esquema de la lucha anti –imperialista de los pueblos de América, y a lo más
que llegaron las disidencias de las tendencias de izquierda más radicales fue a
aplicar recetas trotskista que respondieron, y aun responden, a un criterio estratégico
de toma del poder en el Estado nacional y de ninguna manera a consolidar o
posicionar una opción distinta, anti – imperialista, anticolonialista y de gestión
pública y de desarrollo. La izquierda opositora aún no debate ni siquiera
diseña una opción alternativa a la Gestión de Evo Morales, hablando para el
caso boliviano.
De hecho
esta ala de la izquierda jamás pudo desarrollar criterios de gestión pública
pero si pedir todo y de todo en torno a la responsabilidad con la gestión
pública. En términos concretos piden todo y de todo a un gobierno que por los
hechos lo conciben como responsables de hacerlo pero contrariamente a toda
ética tratan como si fuera su antagónico o su enemigo. Piden gestión con
recursos de la nacionalización y se esfuerzan por deslegitimizar la nacionalización;
critican la nacionalización de los hidrocarburos y energía eléctrica en parte
lograda con indemnización a las transnacionales, pero festejan y no se
movilizan cuando estás empresas recuperan parte de sus bienes y le “sacan” algo
más al Estado desde instancias arbitrales internacionales.
“Esta”
izquierda crítica al Proceso de Cambio y la Revolución Democrática y Cultural prefiere
asumir compromisos condicionando toda su creación teórica y activismo político por
un escepticismo no solo hacia la gestión de Evo Morales sino a también ante su
misma acción e indefinición electoral. Es escéptica al rechazo de la elección
de Evo Morales para la gestión 2015-2019 y al apoyo a la candidatura al mismo
tiempo.
La izquierda
boliviana en general bajo el panorama anteriormente mencionado se puede decir que
pasa -por su momento de mayor escepticismo más aún que en aquellos momentos que
propicio el gobierno de Gualberto Villarroel, Germán Busch, Alfredo Ovando
Candía, Víctor Paz Estenssoro, Juan José Torres o Hernán Siles Suazo.
Repasando la
acción de la izquierda en gobiernos que fueron de muchas manera expresiones de
la Izquierda, su conducta política en más de los casos fue históricamente
reprochada e inculpada por los acontecimientos más inmediatos que en si misma
sirvieron para re-articular y reimpulsar la acción de las fuerzas
reaccionarias, neoliberales y proimperialistas.
Así a la
caída de Gualberto Villarroel le correspondió la rearticulación de la rosca
minera a la cabeza de Peñaranda, siguió el denominado militarismo socialista y
la rosca de nuevo en resguardo a sus intereses “asesinaron” al presidente Germán
Busch pero, quedaron los cambios constitucionales y los avances de
participación social y experiencia en la gestión pública hasta la revolución
del 52, donde los saltos participativos fueron significativos.
Durante el
gobierno de Víctor Paz Estenssoro y posterior a su derrocamiento por parte del
dictador Barrientos Ortuño el proyecto imperial se impuso, y Bolivia no fue más
que un apéndice de los intereses imperialistas de la región y aliada de éste durante
la guerra fría. El gobierno en ese papel servil y dictatorial permitió la
intervención de tropas especializadas gringas para combatir la guerrillas
emprendidas por el ELN y posteriormente terminar con la vida de Ernesto Che
Guevara, solidificando de esta manera el intervencionismo militar, económico y
político del imperio gringo en Bolivia y América Latina.
Empezando la
década de los 70 Banzer Suárez derrotó el proceso democrático del ala izquierda
de las Fuerzas Armadas de Bolivia y con ello la persecución, tortura y muerte
de militantes de izquierda fue la acción cotidiana de la represión. La
izquierda más que un ataque sistemático a la dictadura se enfrasco en una
estrategia puramente defensiva y de refugio clandestino. Fue siempre otra su
actitud en gobiernos de corte populista, así de manera continua a los gobiernos
de izquierda y en particular al de Hernán Siles Suazo lo atacó sin medir
consecuencias y resultado de ello se derrotó un gobierno populista para
propiciar la entrada del neoliberalismo con el gobierno del MNR y sus aliados
que contó con apoyo de fracciones de la izquierda social demócrata.
El común
denominador en estos procesos fue el escepticismo izquierdista a la posibilidad
y factibilidad de avanzar en el camino del socialismo apoyando a un gobierno
popular de izquierda. Este es el mal congénito de la izquierda boliviana
pequeña burguesa partidista que difícilmente podrá ser superado si las organizaciones
sociales, pueblos Indígenas originarios, campesinos y el movimiento obrero no le
inyectan consciencia de este hecho.
Ante todo
este panorama actual y recordando el pasado de la izquierda boliviana en sus hitos
de participación en la gestión pública, cabe pensar en lo imprudente que será aplicar
la receta leninista de manera mecánica, es decir que a diferencia del viejo
planteamiento leninista expuesto en el “Qué Hacer” ahora son las organizaciones
sociales y sindicales las que deben inyectar conciencia revolucionaria a los
profesionales de la revolución es decir llevar conciencia de clase o de pueblo
en si y para sí a los cuadros más esclarecidos del Partido; caso contrario lo
harán las fuerzas reaccionarias y fascistas que se oponen al Gobierno y a la
gestión Pública dirigida por Evo Morales. La izquierda tiene el desafío de
escuchar ahora a las “masas” empoderadas y luchar por la suma de estos y no por
sus divisiones o disidencias.
La opción electoralista de la izquierda pequeña
burguesa: A la
izquierda pequeño burguesa oficiosamente le abre la puerta de par en par la
derecha conservadora y ella aún con puerta abierta camina con incertidumbre y
ha ciegas, es decir que al contar con la plena posibilidad de sumarse a la
derecha empresarial del Frente Amplio a la cabeza de Samuel Doria Medina está
aceptando implícitamente asumir una postura y acción de oposición a la gestión
y reelección de Evo Morales y claro ir en contra de las organizaciones que son parte
del Pacto de Unidad y el Consejo Nacional Para el Cambio CONALCAN.
Pero también
esa misma izquierda pequeña burguesa tiene el compromiso de no abandonar el
proceso de cambio ni ir en contra, sin embargo una especie de fundamentalismo
de un socialismo difuso les lleva desconocer el avance y los cambios que se
produjeron en las relaciones de poder a partir de la llegada de Evo Morales al
Gobierno.
En general en
este sector de la izquierda más parece dominar el criterio de autoestima
lastimada por la fuerza que imprime el liderazgo de Morales y las “masas” que
el compromiso objetivo y militante de impulsar el proceso de cambio desde la
mirada de la izquierda revolucionaria.
El Partido y la Gestión Pública en el dilema de apoyo
o no a Evo Morales: Así cómo el
peso específico que tiene el Partido Político o el Instrumento Político es una
evidente propiedad que determina la toma de decisiones tendientes a unificar
acciones políticas con el respectivo crecimiento de su militancia, es también evidente
que, para el caso del MAS, la gestión pública más las normativas promulgadas y
su ejecución propician y entrelazan factores que intervienen como elementos decisorios
significativos en la construcción y ampliación de afinidades partidistas a
favor del liderazgo de Evo Morales y en consecuencia atrayendo colectivos
sociales e individualidades al proyecto estatal diseñado por el nivel central
del Estado Plurinacional para traducirse en acción política misma con objetivos
políticos.
El MAS a
diferencia del MNR, MIR y otros partidos que estuvieron en función de gobierno respaldado
por sectores populares no ha fracturado su unidad por la acción de liderazgos
paralelos y por lo mismo el flujo del discurso ideológico sigue un curso en
cierta manera controlado. La maduración y radicalidad del pensamiento socialista
al interior del MAS es lenta pero la unidad irradiada por el pensamiento y la
escuela del líder es sostenible y consistente.
Mirando de
otro ángulo, el MAS, abstrayéndose de pensar por un momento en el desarrollo que
impulsa bajo formas de organización económica plural, representa, en el
entendido de párrafos anteriores, la voluntad de instancias organizadas, de
fuerzas sociales con historia y espacio ganado en las luchas y enfrentamientos contra
las dictaduras, la discriminación, las relaciones de explotación y servidumbre
y regímenes capitalistas y neoliberales y si bien estas organizaciones desarrollaron
en otrora ideología revolucionaria marxista por el acompañamiento e influencias
de partidos fuertemente ideologizados, su fuerza principista y de praxis
política que desarrolla en la actualidad radica no precisamente en la cohesión
ideológica del colectivo social, sino en la consistencia de la ideología
expuesta por el líder y los éxitos de una gestión pública de protección del
bien común y el eje transversal que genera el discurso y la visión de la
trilogía de motivación revolucionaria: anti-imperialista, anticolonialista y
anticapitalista.
Las organizaciones
que hacen al “Movimiento Al Socialismo” MAS, es decir la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia - CSUTCB, Confederación Nacional de
Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” CNMCIOB
“BS”, Confederación de Comunidades Interculturales de Bolivia, CSCIB,
Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia CIDOB y Consejo de Ayllus y
Marcas del Qollasuyu, en referencia a una ideología hegemónica es evidente que no
responden a una instancia plena de debate marxista o de la “Izquierda” en la
lógica del debate militante o cuadro político como establece las teoría
leninista del partido o instrumento de clase marxista, sin embargo negar la
voluntad de hacerlo y asumir que no hay un trabajo político en curso y en
continuidad a lo que en su tiempo de dirección del Estado Republicano pudo
hacer la izquierda boliviana, sería un error.
Quien ha operado
como activista político de izquierda en Bolivia ha ligado el trabajo de
formación política a la destrucción del Estado o al cambio de autoridades en
tanto el sistema institucional gubernamental respondían a ideologías
reaccionarias, capitalistas e imperialistas; de hecho los activistas de
izquierda fueron expositores y forjadores de principios socialistas,
anti-imperialistas y anticapitalistas desde sus diversas tendencias y
corrientes partidistas o colectivistas y en sus espacios diversos. Quien ahora se
mueva en el marco de lo anterior y la CPE no tendría que ser observado por las
fuerzas de izquierda sino en sus diferencias o contradicciones secundarias, y
cuando se habla de las contradicciones secundarias se habla de diferencias que
en si mismas se hacen complementarias o críticas pero sin cambiar su
naturaleza. Será entonces un error de la izquierda promotora de principios
socialistas disminuir el valor del discurso anticapitalista y anti-imperialista
cuando este está sustentado en hechos objetivos y fortalecidos por componentes
subjetivos ligados al grado de organización social.
Evo Morales en la pluma de James Petras y de opositores
de izquierda: James
Petras escribe; “No cabe la menor duda de
que Evo Morales es un líder excepcional; sus políticas multifacéticas muestran
su genio como manipulador político. No es ningún revolucionario social, ni
siquiera un reformista social consecuente y su régimen no es, con seguridad, un
gobierno de los trabajadores y de los pobres. Pero Evo Morales es el dirigente
capitalista democrático que ha cosechado un mayor número de triunfos en Bolivia
y continúa ampliando su base electoral. La cuestión que permanece sin resolver
es: ¿Hasta cuándo seguirá aceptando sus argucias políticas el otro 50%?”[i]
La cita
anterior puede en cierta manera ser síntesis de un conjunto de críticas miradas
plurales sobre Evo Morales, miradas elaboradas por activistas e intelectuales
de izquierda y en cierta manera expresadas a diario por la izquierda partidista
opositora al liderazgo nacional del Presidente del Estado Plurinacional. El
caso es que la izquierda opositora incluyendo James Petras no muestran rasgos mínimos
que los definan como opositores antagónicos al sistema de dominación
capitalista e imperialista; es más, casi ni logran discernir su crítica hacia
Evo Morales de los ataques verbales y de los intentos desestabilizadores de los
grupos de poder y de la oposición empresarial, conservadora y reaccionaria. Esta
Izquierda contemporánea teme y adora el sistema de producción capitalista, y discursivamente
parecen explicar la realidad caminando sobre nubes, y a los pareceres ajenos a
toda contradicción y al fetichismo mercantil en el que se desarrollan los
Estado desde sus orígenes.
¿Acaso algún
teórico izquierdista que presuma saber aplicar de manera racional el
conocimiento puede estudiar y desarrollar ideas coherentes sobre Estado desde
relaciones y beneficios simétricos e igualitarios? Al parecer James Petras y
otros izquierdistas, intentan hacerlo inspirado en el Estado Plurinacional y
atribuyendo alegremente las contradicciones inherentes al Estado a la gestión
de Evo Morales.
Petras por
ejemplo menciona los 143 dólares de ingreso mensual de un obrero como el más
bajo de toda Sudamérica, (Dato desactualizado a partir de mayo de 2013, al
momento es un poco más de 171 dólares), pero no dice que el costo de algunos productos
de primera necesidad y la energía son subvencionados por el Estado, cosa que no
ocurre en Chile o Brasil por poner sólo algunos ejemplos y tampoco compara el
dato con los 50 dólares de salario mínimo del 2005 de antes del ascenso de Evo
Morales con el actual. No valora para nada la receta socialista de potenciar un
Estado regulador a cambio de impulsor de libre mercado y la libre competencia,
cosa que el gobierno actual intenta potenciar y a lo que se debe apoya a cambio
de atacar.
En el
escrito mencionado Petras al parecer intenta poner en discusión lo que el llama
el radicalismo de Evo Morales en el exterior y la ortodoxia en casa. Para ello
mezcla arbitrariamente la gestión del gobierno en materia social y económica
con el discurso expuesto en foros internacionales. Describe medidas económicas
de contenido mercantil y capitalista aplicadas en Bolivia y lo contrapone con
el discurso anti-imperialista y anticapitalista. En otras palabras intenta
deslegitimar el sentimiento liberador antiimperialista de los Estados y
gobiernos de América por el sólo hecho de implementar medidas económicas
capitalistas. Esto en incomprensible, inconcebible y complicado de digerir ya
que el intelectual de izquierda, Petras, estaría propiciando el silencio de los
gobernantes del mundo y cuestionando la voz de cualquier representación estatal
que use foros internacionales para denunciar y luchar contra los abusos del
imperialismo y el sistema neoliberal de explotación y dominación. Del escrito
de Petras se puede deducir, haciendo esfuerzos para de alguna manera aceptar su
punto de vista, que sólo la voz contra el imperio y el capitalismo la tiene el
pueblo y la sociedad civil, en tanto esta sociedad civil se diferencia de la
“clase gobernante” por usar términos de Antonio Gramsci.
Evidentemente
son los pueblos, los obreros, campesinos, indígenas y clases medias
revolucionarias entre otros los llamados a enarbolar el discurso
anti-imperialista, pero son pocas, sino ninguna, las veces que pueden estar en
foros internacionales de impacto mundial como lo son las cumbres de la ONU por
ejemplo y son ninguna las veces que pueden denunciar y organizar la lucha antiimperialista
y anticapitalista al margen de estados aliados.
Recordemos
que históricamente los pueblos desarrollaron la lucha contra el imperio y el
mismo fascismo desde la voz de gobernantes líderes, Fidel Castro, Ho Chi Min,
Stalin, Mao Tse Tung y otros, y en ninguno de los países de los líderes
mencionados las formas de trabajo y organización capitalista desaparecieron, y sin
embargo sus discursos fueron más radicales que los de Evo Morales y al igual
que en el Estado Plurinacional se impulsó formas de Organización Económica
Estatal. La izquierda del siglo pasado jamás llegó al extremo de deslegitimar
el discurso anti imperialista de los líderes al estilo que quiere hacerlo ahora
Petras y los opositores.
En Bolivia,
lo decíamos al empezar el escrito, la izquierda fue escéptica con sus propias
conquistas y el desarrollo de sus fuerzas, pero jamás había llegado al extremo
sin que el pueblo se de cuenta de atacar sus propios avances y conquistas.
Cuando el PIR, MNR, MIR y otros se aliaron abiertamente a las fuerzas liberales
y neoliberales el pueblo comprometido con los procesos libertarios los rechazó
y cuestiono, y ahora también pedirá rendición de cuentas a la izquierda que a
nombre de cuestionar las medidas liberales en la gestión de Evo Morales buscan
embargar las voz de los oprimidos y explotados del mundo en los foros
internacionales.
A raíz de
todo lo anterior se puede afirmar que la izquierda opositora a Evo Morales y al
gobierno, en términos de trabajo ideológico comenten un error al buscar apagar a
la fuente de influencia de principios socialista más importante de la historia
boliviana, más importante que aquella fuente izquierdista que significo el
militarismo socialista, Juan José Torres, la UDP o los mismos partidos
políticos que ideologizaron la lucha social del proletariado, clase media y
campesinado boliviano como fueron el PCB, POR, MIR, ELN, entre otros. Ningún
presidente Boliviano difundió ideales socialistas y llevo adelante un proyecto
de economía plural (estatal y privada) con discurso y actitud
anti-imperialista. La izquierda no tendría que desmarcarse de los avances y en
la medida de lo posible aportar más que sabotear.
Finalmente
cabe observar y criticar fuertemente las alianzas con la derecha a la que están
llegando las pequeñas fuerzas políticas de izquierda oponiéndose ciegamente a
la gestión de Evo Morales. Y es que se hace necesario estudiar un tanto más las
actitudes de la izquierda boliviana ya que para muchos aún deben y pueden ser
los espacios de la cualificación de la lucha contra el imperio y el capitalismo
y la forjadora de cambios estructurales, pero jamás bajo en mando o de la mano
de la derecha y los viejos grupos de poder económico pro-imperialista y colonial.
La Paz, 13
de febrero de 2014
http://carloslaraugarte.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por los comentarios