Por: Carlos A.
Alejandro Lara Ugarte
El conflicto
generado desde la demanda de realización del Censo Nacional de Empleo y
Vivienda, que por norma correspondía hacerlo en noviembre de 2022 (Decreto
Supremo 4546 del 21 de julio de 2021) pero que por el Decreto Supremo N° 4760
se establece como fecha del Censo entre mayo y junio de 2024, tiene que ser
analizado y abordados desde enfoques apropiados de Gestión Pacífica de la
Conflictividad y premisas constitucionales para no orillar más a la sociedad
civil y la institucionalidad estatal a situaciones críticas y evidentes
enfrentamientos violentos ideológicos, identatarios, religiosos y/o políticos.
Lo que estamos
viendo en el conflicto actual, conflicto por la fecha del Censo es por una lado
la continuidad de demandas políticas, económicas y socio culturales acopladas e instrumentalizadas por el Comité Cívico Cruceño e instituciones
aliadas del sector público y privado; y por otro lo que vemos es la
insuficiente e inapropiada gestión pública institucional del nivel central no
solo en la administración del conflicto social, sino de la misma gestión a la
demanda social, con el agravante de incumplimiento u omisión de mandatos
emanados de legislación en vigencia.
Entonces, si lo
anterior lo tomamos como premisa de análisis, es inevitable puntualizar que el
conflicto está enraizado a intereses políticos y económicos, con demandas
coyunturales y fines que buscan cambios estructurales en el Estado, y en razón
a ello todas respuesta esperada o propiciada por la demanda cívica cruceña
estará siempre expuesta a juicios politizados y de auto-victimización promovida
desde viejas y remodeladas consignas anti-centralistas de carácter
cívico-religioso y gobernabilidad federativa.
Y continuando con
lo anterior, pero mirando la
institucionalidad del nivel central y autonómico, es evidente que en este campo, es poco o casi
nada se conoce sobre las acciones
preventivas al conflicto por el nivel del gobierno central, pero más allá de la
prevención y las alertas que las demandas por el Censo generaron desde febrero
del presente año, lo que se evidencio es que, poco o casi nada se conoció
sobre las acciones y tareas que correspondían
al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Ministerio de Planificación y
Desarrollo y otras instancias con competencia
haberlas realizado empezando la segunda mitad de la década pasada, para
efectivizar la realización del Censo el 2022.
Esta breve
puntualización no necesita tanta explicación para deducir que el INE y otras
instancias con competencias legales, por lo menos hasta antes del mes de
septiembre o la fecha en que se promulgó el Decreto Supremo 4760, decreto que
definió en primera instancia la fecha
máxima para la realización del Censo, no tenían una ruta y menos una
planificación definida que le permita explicar el camino a seguir, con tiempos,
tareas y acciones,; no sólo que debió una explicación al Comité
Interinstitucional Impulsora del Censo, sino también a la población altamente
susceptible a los errores del nivel central, colectivos y redes del activismo
antigubernamental y anti-masista y por estrategia, si así quiere llamarse,
socializar ante los sectores sociales componentes del proyecto estatal y afines
al Órgano Ejecutivo y sobre todo a los gobiernos autónomos municipales y
departamentales, independientemente de sus afinidad política. .
Lo que vemos a la fecha del conflicto es la “oculta” pelea
de dos miradas políticas tratando de acercarse lo más posible a una fecha
ganadora de consigna 2023 o 2024, sin exposición conocida más que los
argumentos de supuestos estudios y existencia de eruditos institucionales
anónimos, y decimos oculta porque no tendría que ser la fecha en frio el
argumento de las diferencias, si se deja
de exponer de manera clara que de la fecha depende lo que podría venir después,
además de la redistribución de recursos, la redistribución de representaciones
legislativas en el Órgano legislativo
Plurinacional, el 2025. Si la representación política en números es de
vital importancia entonces ya sabemos que el Departamento de Santa Cruz es el
único que se beneficiara con aumento de representantes en la cámara baja, a
cambios de otros departamentos que disminuirán. Esto el gobernador cruceño no
lo dirá ya que pone en juicio real la alianza con otros departamentos en su
cruzada de desgaste al gobierno central y posicionamiento político del proyecto
federal, o más bien del discurso federativo, más que proyecto de Estado.
Y en cuanto a la
negociación de la fecha es pertinente recordar a quienes están tratando el tema
de las mesas de diálogo que entre uno los argumentos del cambio de fecha desde
el Decreto Supremo 4760 están referidas a las épocas estacionales que
interfieren la accesibilidad caminera y que determinan la migración interna por temporada de zafra. Las
propuestas en intensión de punto de negociación de cambio de adelanto de fecha
a meses de lluvia y de zafra (Diciembre de 2023 o principios de 2024) no se
ajustan a las necesidades planteadas para promulgar el DS 4760
Con los
antecedentes puntualizados, es casi necesario considerar que la vía de un
espacio de diálogo con resultados negociables en la continuidad radicalizada
del conflicto por el Censo está en la fatalidad de tener la marca registrada de
lo político, en razón a que lo técnico (Léase
tecnócratas) se ha convertido en puras farsas argumentativa por parte de los representantes
de los dos actores primarios del conflicto. Y es que la conflictividad social
en el Estado Plurinacional de Bolivia se entiende de mejor manera en su vía
pacífica solo desde la Gestión Pública y el posicionamiento político
condicionado al voto universal como vía de decisión soberana del pueblo.
Curiosamente toda
gestión con autosuficientes tecnócratas y académicos activistas emprendedores
en círculos gubernativos no ha dado respuestas reales a las demandas sociales,
y es que en toda salida al conflicto social, sea la del censo o de otra
naturaleza, se incubará desde el
compromiso competencial de la
institucionalidad gubernativa tanto del nivel central como de los niveles
autonómicos, y en consecuencia asumiendo desde los roles de servidores
públicos que el proceso constituyente,
el proceso de cambio y la revolución democrática y cultural demanda y exige
ahora de los ciudadanos, de los pueblos Indígenas originarios campesinos y de
los movimientos sociales el compromiso real por construir y consolidar el nuevo
Estado Plurinacional; ir en ruta contraria es ir creando y generando conflicto
irresoluble desde la atención a la demanda social; es ir en el camino de la
disidencia y la acción contra-revolucionaria.
La
Paz, 26 de octubre de 2022
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