Por Carlos Augusto A.
Lara Ugarte
Los caminos de las personas adultas son variados, al parecer
están fundidas a las etapas de nuestra niñez, adolescencia o juventud y es en
razón a estas etapas, ya superadas, que los adultos tenemos el desafío de
afrontar una nueva etapa, no sé si con más ventajas o desventajas que las
etapas anteriores, sin embargo es prudente considerar que para enfrentar nuevos
desafíos de manera óptima requerimos de buena salud, fuerza física y energía,
inteligencia natural y recurrir también a la artificial, buena alimentación, sabiduría,
condiciones materiales, entornos favorables, esperanzas a corto y mediano plazo,
pasiones, sueños y sobre todo necesitamos cosas que en las otras etapas no las
tuvimos, ya sea por falta de oportunidades, por ser nuevas o por
desconocimiento de su existencia.
Sin dar muchas vueltas al asunto, ess claro que lo anterior aplica a cualquier etapa de nuestra vida, solo qué, frente a las personas adultas mayores, la familia, la sociedad, el Estado y las instituciones no se exigen por dárnosla, y creen salvar culpa promoviendo respeto, trato preferencial y protección. y sin embargo los adultos fantaseamos con nuestros derechos constitucionales y asumimos que nos lo dan a veces y los ignoran otras veces, o dicho de otra forma; dejamos pasar las desatenciones, 4n fin.
Con el preámbulo anterior:
1. Sepan que tengo aún
muchas ilusiones y proyectos pendientes, pero que necesito ayuda y apoyo
para concretarlos, sobre todo si es necesario levantar objetos que están por
encima de mi potencia o aprovechar recursos tecnológicos que en mis etapas
anteriores no las aborde o no las conocí.
2. No me vean como
un narrador de cuentos y leyendas, protagonista de acontecimientos
políticos-militares o transmisor de recuerdos familiares, sino como una persona
que aún estoy transformando mi realidad, que la interpreto en razón a mis principios
y valores, asumiendo que esas transformaciones en curso son en realidad mis desafíos
inconclusos.
3. No he concluido nada
de mi vida, y es que voy desarrollándome en espiral y cada ciclo cumplido
es uno nuevo, pero superior al otro, quiero decir que mi niñez o mi juventud o
mi adultez no son los ciclos cumplidos de mi vida, sino las etapas del proceso en
el que tuve, logré y tengo propósitos propios.
4. No quiero ser una
musa de sentimientos lastimeros conformistas o pesimistas, sino una factoría de
aprendizajes y enseñanzas, de aprovechamiento y gasto, de aciertos y errores,
de agitación y descanso, de lucha y cambio, de victorias y pausas.
5. Si quieren
díganme viejo, para diferenciarme de un niño, joven o adolescente,
pero jamás para excluirme o marginarme de la cotidianidad que he construido en
los años que tengo de vida.
6.
No me separen de mis
sueños y mis utopías, de los míos, ni supongan que pueden apartarme del camino
que he trazado con viejos compañeros de lucha o mi compañera de vida.
Finalmente, las actitudes que espero de mi entorno son
las mismas actitudes que propicie hacía mí, a lo largo de mi vida, en mi Juventud,
niñez y adolescencia, entonces; no encuentro razón alguna para suponerme a esta
edad un otro o un diferente. Soy el mismo de siempre y así será en el amplio
espectro del pensamiento cartesiano, “Pienso, luego existo”
Santa Cruz, 6 de marzo de 2025