CONFLICTIVIDAD
Y GESTIÓN PÚBLICA
Por: Carlos
A, Alejandro Lara Ugarte
SOBRE LA ATENCIÓN INTITUCIONAL EN EL
CAMPO DE LA DEMANDA SOCIAL
Partamos afirmando que:
A estas alturas de la conflictividad
social la percepción ciudadana inducida por los medios de comunicación y Redes
Sociales, se ha centrado en los relatos y argumentos de actores de la demanda
social movilizados y en la crítica y la observación insidiosa a la gestión de
las instituciones públicas garantes y con atribuciones de atención a la demanda
social en el marco de competencias delegadas por la Constitución Política del
Estado y las leyes.
Lo anterior tiene sentido en tanto la
conflictividad social se focaliza en demandas que devienen de distintas aristas
entre las que mencionamos alguno como el alza de precios de productos de la
canasta familiar, insuficiente aprovisionamiento de carburantes en los puestos
de servicios, demandas para la incorporación de biotecnologías en la producción
agropecuaria industrial y pedidos de renuncia de autoridades de los cuatro
órganos de Poder Estatal. (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral), entre
otros.
Todo esto ocurre en un espectro nacional
de alta relatividad, amplia flexibilidad y permanente oscilación, en razón a la
subjetividad de los actores y en cierta manera a la respuesta del sector público
desde la objetividad manifiesta en los acuerdos asumidos por las partes, las mediaciones,
mesas de diálogo, audiencias y otros mecanismos de diagnóstico, relevamiento y
socialización de información, y administración de la conflictividad social.
Entonces el relato mediático y la
respuesta institucional durante la conflictividad social empieza a mostrar o
explicar ligeramente sus razones intrínsecas y su incidencia en la gestión
pública y la gobernabilidad nacional, sobre todo cuando, por un lado, las respuestas,
soluciones pasajeras a la conflictividad se mueve entre la argumentación y
fundamentación de la suposición de la verdad o la mentira, ambas relativizadas
a su tiempo y su contexto político, o cuando existe la necesidad imperiosa de
generar respuestas o demandas institucionales en el ámbito de lo viable o lo
inviable marcado por la determinante del instructivo político partidista o
búsqueda de hegemonía en intensión; y por otro lado, cuando la conflictividad
exige moverse en tiempos y en espacios prudentes o tiempos fatales a fin de desglosar
lo que mediáticamente se conoce y lo que mediáticamente se oculta, en los
improvisados caucus mediáticos o dialogo acordado con las partes separadas en
programas televisivos, que finalmente ayudan a la opinión pública a encontrar en
las determinantes institucionales los diferentes niveles de gobernabilidad en
la regencia y administración pública a favor de “quien y para qué”.
Oposición -
oficialismo – alianzas
En el departamento de Santa Cruz,
probablemente con mucha similitud con sus pares en el territorio nacional, los
movimientos sociales, las instituciones públicas y privadas, los sectores
organizados y los grupos de poder desarrollan la demanda social bajo una matriz
política sujetas a pilares encadenados políticamente en la mirada rígida de Oposición y/u oficialismo, y la
aplicación pragmática de alianzas.
En esa matriz de acción política; que
en contradicción dialéctica se entiende como “Oposición – oficialismo”, prima
la lógica de mirar a las instituciones públicas y privadas, movimientos
sociales, Pueblo IOC organizaciones sindicales, corporativas y otros, de manera
unilateral, siempre mirando al del frente como adversario político o aliado
político, con proyecciones potenciales o no, a fin de fortalecer los diseños de
movilización para sumar fuerzas y proyectar la acción política.
Por la dinámica propia del acontecer
político y la fluctuante subjetividad de los actores en la conflictividad
social, es altamente complejo - en la coyuntura política - adentrarse en
diagnósticos minuciosos o largos debates mediáticos esperando que arrojen líneas
de acción estratégica plenamente objetivos, sobre todo considerando que en los
últimos cinco años ha primado en la acción política el manejo de variables subjetivas
más que las objetivas sobre todo aquellas acciones que transgredieron
estructura normativa, (Elección nacional anulada, suspensión de las primarias,
prorroga de los tribunales de justicia, convocatorias y plenarias expuestas a
la interesada interpretación, entre otros)
Entonces se hace imprecisa ante la
sociedad y la institucionalidad toda mirada parcializada por la contradicción de
oposición u oficialismo. Se justifica, se argumenta y se contra-argumentar toda
acción o medida de movilización con presión social, en el marco del conflicto, pero
indistintamente que la medida de presión o la gestión pública enmarque la
legalidad o ilegalidad, por ahora solo prima el sentido de la legitimidad
opositora u oficialista y en ello las alianzas o mesclas entre “vinagres y
aceites”
Des-institucionalidad,
Incumplimiento de deberes
En el ámbito nacional hasta las últimas
semanas se evidencia la configuración de demandas económicos, sociales,
culturales y políticos concatenados, por un lado –para desvirtuar la
administración pública departamental o nacional (Por parte del sector
demandante), y por otro lado (por parte de la institución demandada), para
desmantelar el activismo organizado en razón a la demanda social o cívica –
vecinal con liderazgo institucional o liderazgo corporativo, sindical o social.
Esta configuración y concatenación ha
mermado la vía en la que los intereses y necesidades económicas, sociales,
culturales y políticas de sectores productivos, sociales, educativos, de salud
y PIOC puedan contribuir y enriquecer la administración pública fortaleciendo y
potenciando la participación y la iniciativa ciudadana, y en contra-ruta ha
activado la escalada de la conflictividad social y su confluencia de
concurrencia a uno o más puntos de demanda transectorializada.
El escenario de desarrollo político
económico y social, en la demanda y respuesta política institucional, vista con
el criterio anterior viene a configurar una relación con tendencia intencional
a generalizar la disconformidad, enfrentamiento y conflictividad social y en
consecuencia a visibilizar el desgaste de la gestión pública, de las
instituciones y de quienes administran
En consecuencia las instituciones
públicas en los escenarios de la conflictividad actual dentro de competencias y
atribuciones de generador, impulsor, fiscalizador, control, regulación,
protección u otra índole, pierde horizonte y cae en la omisión de
responsabilidades frente a la dinámica de la demanda socio económica educativa
o cultural ciudadana; en eses contexto tanto la sociedad civil e instituciones
están perdiendo el horizonte de un Estado Plurinacional Social de Derecho y la
administración pacífica de la conflictividad.
El criterio predominante de atacar y
responder al opositor en oposición a la gestión positiva o afirmativa de la
demanda social está agrediendo al Estado Plurinacional debilitando las bases
doctrinales y que al ligarla a la permanente acción opositora - en los
gobiernos autónomos y/o gobierno nacional – se incrusta en lo cotidiano, y es
en esta medida que lo avanzado en los últimos casi 20 años de cambio y de
revolución democrática pierde el horizonte y los íconos más representativos del
Estado Plurinacional pueden ser revertidas,
junto a otros que ya son ejecutados sin plenos respaldos legales en unos casos
y en otros con débil argumento legal.
Interpelación
a la gestión y al Estado Plurinacional
Respondiendo a una parcialización
opositora, en el departamento de Santa Cruz, en medio de dos miradas -la de unos
contra el nivel central y la de otros contra el nivel autonómico, unos contra
el Estado Plurinacional otros por volver al viejo republicanismo- los medios de
comunicación como en las redes sociales con cobertura nacional, departamental y
municipal ponen en evidencia una difusión sistemática del discurso político que
interpelan o defienden al Estado Plurinacional en su naturaleza doctrinal y en
su gestión pública o la gobernación y gobiernos municipales.
La interpelación en el campo
doctrinal va hacia las visiones e imaginarios que sustentan el proceso constituyente
y tienen por ahora una linealidad constante, y por lo mismo débilmente perceptible
en el debilitamiento político de las instituciones públicas del nivel central y
nivel autonómico, y en las contracciones internas de las organizaciones
sociales y populares. En cambio, la interpelación a la gestión pública tiene
una curva sinuosa e irregular y en ese sentido su frecuencia, es decir la repetición
de los hechos de interpelación a la gestión pública acompañados de
movilizaciones o solo posicionamiento en el imaginario poblacional configuran el
curso a la conflictividad social y con ello los preceptos democráticos y de
derechos ciudadanos.
Enajenación
del sentido de democracia
Los resultados numéricos y los
porcentajes de preferencia obtenidos por las organizaciones políticas en las
elecciones para elegir a autoridades en los Gobiernos Autónomos Municipales y Departamentales
realizadas el 7 de marzo del 2021, frente a los acontecimientos marcados por la
disputa política y control o generación de espacios de conflictividad social, a
más de media gestión, ya se enajenaron
de su intrínseco valor numérico, y de manera natural en razón fundamental de la
dinámica dialéctica de la lucha de contrarios se desnaturalizó de su valor
numérico para ser manipulado subjetivamente y minimizado desde la demanda
social en referencia al cumplimiento de promesas y los contenidos programáticos
conocidos en las campañas. Esto significa que el apoyo del voto que favoreció
al MAS, Comunidad Ciudadana o CREEMOS, se esfuma y se revierte.
Obviamente, las miradas políticas y
estrategias trazada en el marco coyuntural del conflicto social cuyo demandante
esta en sectores de la sociedad civil organizada, se manifiesta en el
cuestionamiento a autoridades electas o designadas en función de gobierno, sea
nacional, departamental o municipal. En ese entendido las respuestas de
instancias institucionales demandadas muestran reacción negativa a toda demanda
social ya sea en intensión o en ejecución misma.
En cuanto al manejo político del
conflicto social, este se los está tratado como problema eminentemente
político, y en ese criterio toda mesa de diálogo o de negociación se da bajo
las prerrogativas que materialicen avances políticos o incursiones políticas al
interior de fuerzas o sectores sociales duros para uno o para otras, estas
incursiones de un lado pueden ser hacia las organizaciones sociales o
corporativos y de otros hacia la clase media o movimientos cívicos y vecinales.
Entonces en el conflicto social en la
coyuntura ante la enajenación del valor numérico de la mayoría que por
principio debe ser la que da legitimidad a la gestión pública se impone la
búsqueda de una nueva correlación de fuerzas y adhesiones políticas, o reversión del esquema de reagrupación
electoral, en esa miradas la conflictividad nacida de las demandas sociales
tienen un bajo índice de conflictividad atendida favorablemente y se anota
simples acuerdos y prudentes tiempos de espera antes de alguna agudización de
las relaciones de poder.
Oficialismo
y oposición su componente funcional político
Un acercamiento a las gestiones
institucionales y la demanda social, muestra en este último trimestre la polarización
de los mismos y en la medida de su intensidad se puede estimar el grado de la
conflictividad que encierra la demanda.
La sociedad civil demandante, demanda
con medidas de presión y acorrala a las instituciones públicas bajo el
entendido implícito de contraponer poder o fuerza social movilizada; así, las
acciones políticas opositoras contra el nivel central (contra el oficialismo
nacional) y se incluye o se suma el otro oficialismo (Oficialismo
departamental), se acomodan interesadamente a las medidas de presión de los
movimientos sociales, para potenciarlas pero al mismo tiempo para debilitar la
institucionalidad.
Estado
social de Derecho
La polarización de la demanda social
y la gestión pública, si bien responde predominantemente a necesidades reales
de sectores corporativos, productivos debemos considerar también que existen
demandas sociales que tienen que entenderse como demanda social- comunitaria
explicita o mandato constitucional cuya finalidad en tanto consumidores de
servicios y mercancía diversa, radica en superar los viejos paradigmas que
materializaron en el pasado las conductas, actitudes, políticas excluyentes y
las relaciones de dominación de discriminación, marginalidad y otras.
La institucionalidad del nivel
central y autonómica medianamente encaran con objetividad esta polaridad para
dar respuestas reales, pertinentes y acordes a las demandas sociales
concernientes al prevenir, atender y sancionar de manera concreta, de oficio o
a solicitud expresa los casos de vulneración, violación o transgresión de los
derechos Humanos.
Su omisión en la atención a la
demanda social desde argumentos marcados por la polarización política en el
campo de la gestión Pública vulnera Derechos Humanos y en consecuencia genera responsabilidad
Entonces el mandato constitucional -
que se expresa en el texto constitucional, a favor de los derechos humanos, es
decir a favor de poblaciones vulnerables, son contaminadas por la dinámica de
la conflictividad y atención a la demanda social en los términos de dominación
y control político, esto con mayor énfasis en el presente quinquenio – pues está siendo desatendido y arrastrando a
acciones sistemáticas e intencionadas de sectores conservadores, y operadores
institucionales que reproducen la lógica del funcionario enfrentado al opositor
para intencionalmente promover y descalificar los avances y todas las conquista
desde el Proceso de Cambio y la Revolución Democrática y Cultural.
Formato
único de atención
A manera de crítica es posible anotar
que la institucionalidad del nivel central y de los niveles autonómicos han
asumido un formato único de atención de la demanda social obviando protocolos a favor de los sectores vulnerables
en situación de demanda movilizada o con medidas de presión precisamente en
ajuste a la lógica de oficialismo – opositor – alianzas, lógicamente con el
agravante de otros factores de notoria discriminación que no son considerados
en el presente análisis, sobre todos aquellos que están arraigados en las
instituciones y que en realidad son prácticas vulneradoras de derechos
históricamente cuestionadas pero nunca resueltos o superados o encarados
responsablemente.
Finalmente tomando en cuenta que en
el mencionado formato único de atención a la demanda social o a la atención ciudadana
en las instituciones del nivel central y autonómicas entre otras se vulnera
derechos y, en razón a que prima el criterio y perfil excluyente, sumado al
criterio partidario o político, toda intervención tiende a obviar normativa
específica y evadir mandatos constitucionales en su atención; que en razón de
descargo puede aducirse desconocimiento, pero que en un proceso de alta
polaridad política no puede dejar de entenderse de una sistemática acción de
desgaste al opositor y sus aliados y ganar espacios en el ámbito de la función
pública y adhesiones partidistas de la sociedad civil organizada.
Ir al centro
que equilibre la polaridad.
Ir al centro de la polaridad podría
entenderse como aquello de plantear la demanda social de una manera racional,
en los términos de la posibilidad material y política, o atender la demanda
social de manera prolija en el ámbito de competencias y atribuciones
institucionales.
Pero también podría entenderse como
aquello de equilibrar dos polaridades o moverse con cierta solvencia ética y
racionalmente entre las dos polaridades políticas.
Y una tercera opción es que estas
polaridades se vayan difuminando en el marco del ejercicio competencia pleno de
las instituciones públicas en apego a catálogo de los derechos constitucionales
que emanan de la norma suprema del Estado Plurinacional de Bolivia y la guarda
constitucional de la doctrina del Estado Plurinacional.
Esta tercera opción podría entenderse
viable y razonable si la acción institucional y de la sociedad civil se
proyecta en el preámbulo de la CPE y de manera concreta en el tercer párrafo
que a letra nos induce a coexistir en “Un Estado basado en el respeto e igualdad
entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad,
solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto
social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad
económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta
tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud
y vivienda para todos”
Santa
Cruz, 4 agosto de 2024.
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