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jueves, 13 de febrero de 2014

ESCEPTICISMO IZQUIERDISTA



ESCEPTICISMO IZQUIERDISTA
Por Carlos Alejandro Lara Ugarte
Exponemos una interpretación particular sobre el papel de la izquierda en los procesos revolucionarios y en las transformaciones políticas en Bolivia a objeto de entender su rol y participación en la actual administración del Estado. A partir de ello el presente escrito expone observaciones a una parte del escrito de James Petras titulado “Radicalismo en el exterior, ortodoxia en casa”
En las jornadas de las luchas sociales del siglo pasado las fuerzas revolucionarias “ se inspiraban”, para la creación de propuestas e implementación de su praxis revolucionaria, en las transformaciones estructurales reales de los estados, en acciones emancipadores de liberación y la lucha de clases entendiendo plenamente sus contradicciones antagónicas; ahora, la izquierda boliviana en semejanza a otras fuerzas y agrupaciones políticas afines y de tendencias diversas, cambian estratégicamente “esas” fuentes movilizadoras o, por usar una analogía con el campo literario, cambian sus “musas” revolucionarias. La izquierda boliviana, hija del republicanismo colonial y de la lucha de clases, empujados ahora por las transformaciones institucionales, reacomodan en unos casos, y cambian en otros sus fundamentos históricos materialistas y principios ideológicos marxistas, por un campo de interés fundamentalmente electoralista. A decir de muchos escritos la Gestión Pública y la administración del Estado ligado al liderazgo de Evo Morales son las principales fuentes de debate político e ideológico que retoma la izquierda.
Es notorio cómo, las fuerzas a la que se hace mención en el párrafo anterior, concentran grandes esfuerzos por generar esquemas discursivos desde la crítica y análisis a la gestión Evo Morales y en menor medida desde la proyección Teórica-Práctica del Estado Plurinacional “diseñado” en la Asamblea Constituyente; por ejemplo en unos casos dejan a un lado las bases de su accionar ideológico y optan por centrar su acción partiendo de la valoración a la gestión gubernamental 2006 – 2013 con el fin aparente de asumir una posición de apoyo u oposición a la candidatura de Evo Morales y en otros, desde una fundamentación principista e ideológica aportan o cuestionan el curso del Proceso de Cambio y la Revolución Democrática y Cultural en aras de proyectar o encaminar los cambios estructurales que a los largo del siglo pasado fueron bases y sustento movilizador. De manera similar en estos márgenes se mueven las posturas de analistas y libre-pensantes de la izquierda tradicional opositora o afín al actual gobierno.
En la mirada anterior desde una lectura o un análisis medianamente riguroso del contenido de los artículos y escritos publicados en la prensa es posible y necesario en primera instancia aproximarse a descubrir nuevos intereses, hechos y circunstancias generadas por el accionar de lo que fue históricamente la fuerza del pensamiento crítico y antagónico al capitalismo.
Así y analizando desde un primer centro pre electoral y en la lógica a la que induce la democracia representativa se puede conocer en cierta manera el subjetivo político y proyección militante de la izquierda nacionalista, marxista, maoísta, trotskista, estalinista, guevarista, katarista, indigenista, reformista, anarquista y ultrista, entre otros.
Un primer hecho de acercamiento es constatar que el eje del discurso pre-electoral de la izquierda se asienta en la necesidad de estructurar argumentos que validen o justifiquen de manera coherente la hipótesis de apoyar o no a Evo Morales, si bien no como el fin último al menos con el interés de empoderar vagamente una razón particular de colectividad coherente a un principio o una ideología de contenido popular y revolucionario aplicable a la teoría del desarrollo del Estado o la gestión pública en el Estado Plurinacional.
Aclarando lo anterior y tratando de tener mayor criterios de la “evolución” del accionar de la izquierda, desde hechos aún frescos es prudente recordar que el 2006 al posesionarse Evo Morales como presidente de la República de Bolivia el apoyo de la izquierda fue el compromiso militante de trabajar con los ideales y proyectos revolucionarios y populares desde la gestión de un gobierno de izquierda en razón directa a como se concibió en su momento el ascenso del MAS y el liderazgo de Evo Morales.
En el momento de ascenso se concibió el triunfo electoral como la victoria más importante de la izquierda después de una larga lucha política, ideológica e institucional del proletariado, de campesinos, indígenas, clases medias y sectores marginados y excluidos, razón por la que los sectores más conservadores y reaccionarios organizados en corporaciones empresariales, estructuras cívicas y políticas no dudaron un solo momento para incorporarse y hacer bloque para intentar derrotar al Gobierno (elegido por voto popular) mediante acciones inconstitucionales y golpistas. Evidentemente estos últimos no sólo percibieron de manera directa el cambio de las circunstancias de desarrollo económico y social que se generaría con el nuevo conductor del Estado Plurinacional, además comprendieron que Bolivia empezaba a tomar rumbos vistos desde otro punto y posta que jamás sería el suyo. Definitivamente los viejos grupos de poder y clases medias privilegiadas sintieron la emergencia de nuevas “masas” organizadas protagónicas en el quehacer político.
Pero la izquierda en cierta manera, antes de la disyuntiva actual; la disyuntiva de apoyar o no a Evo Morales, ya se vio en la encrucijada de optar moralmente por uno de dos caminos, principalmente porque la realidad no se ajustó al dogma y, porque el liderazgo ganado por el “caudillo” se imponía a toda institucionalidad partidista y al centralismo democrático de los burós políticos partidistas de la escuela marxista. La izquierda de manera general se movió en los márgenes de la presión positiva y crítica al líder, en el cuestionamiento y el apoyo militante a la acciones en contra la reacción y los grupos de poder y en consecuencia de la lucha por el poder cuestionado en un momento y apoyando en otro la emergente lógica de un poder de “masas” que poco a poco se empoderó en el manejo del Estado. Las “masas” ejercieron poder y ejercen a través del caudillo, que es decir que no es el caudillo en si mismo el poder.
Posterior a aquel momento de sus primeras decisiones, las posturas de oposición y desacuerdos de fuerzas aliadas al MAS en círculos de colectivos organizados en partido o de colectivos como suma de individualidades militantes del proceso de cambio, se dieron durante el funcionamiento de la Asamblea Legislativa (2006-2008), con argumentos principalmente centrados en la crítica al liderazgo de Evo Morales; lejos estuvo ésta primera disidencia de mostrar a la opinión y al entorno constituyente un sustento ideológico y de praxis revolucionaria.
Los casos pueden presentarse como desacuerdos de gestión y administración de la cosa pública, pero basado en interés de grupos o de tendencias en el entorno presidencial. En este periodo la izquierda trotskista y katarista en cierta manera permaneció sólo a la expectativa de los que podía darse en la Gestión de Gobierno “Masista”. De esta actitud se definió una postura de oposición pero de ninguna manera de fortalecimiento o posicionamiento ideológico y principista opositora, al grado de que en momentos de agudización de la lucha entre los poderes del viejo estado y el nuevo gobierno las postura opositoras de izquierda coincidieron con las demandas y planteamientos de los grupos empresariales y de poder nacional e internacional, en ese marco de actitudes más que acciones políticas mismas prefirieron callar y no apoyar las medidas anti – imperialistas que asumió el Gobierno de Evo Morales. En estas actitudes se denota los primeros síntomas de la ceguera o del escepticismo de la izquierdista post ascenso de Evo Morales y trabajo de la Asamblea Constituyente.
Posterior a la Asamblea Constituyente y principalmente antes y después de las elecciones nacionales de 2009 la disidencia de sectores de la izquierda, que al inicio de la gestión acompañaron a Evo Morales, centró su artillería en la crítica y observaciones a la gestión pública y el entorno ministerial de una manera más elaborada pero siempre huérfana de la ideología y de un proyecto revolucionario cercano a lo expuestos a finales del siglo pasado. Así sólo se cuestionó el desarrollo de una economía extractiva en el tema de los recursos naturales en el marco del desarrollo estratégico, se puso en vitrina mediática la falta de desarrollo industrial y poco apoyo a la industria como política pública. En sí se cuestionó de diversa maneras el desarrollo de una economía primaria y el olvido de una economía secundaria, y a todo ello sumado ciertos aspectos de la economía terciaria. La izquierda disidente criticó las acciones de nacionalización y hasta defendieron los intereses transnacionales, manifestando su temor a la desolación de hacer de Bolivia un Estado al que las transnacionales y el capital extranjero la veten. A muchos les hubiese agradado el veto de las potencias pro-imperialistas, pero la fuerza y movilización democrática del pueblo boliviano y los estados alineados a proceso de liberación y el proyecto bolivariano anti-imperialista como Venezuela, Argentina, Chile, Ecuador y otros de Centroamérica dieron el mensaje de no permitir más intromisiones del Imperio ni de potencias capitalistas; y es que América latina dejaba de ser el patio trasero del imperio norteamericano, y así cono Hugo Chávez enarboló y condujo la lucha de los pueblos de América, poco a poco Evo Morales fue convirtiéndose en un referente del posicionamiento anti-imperialista, anticolonialista y anticapitalista en América Latina y el mundo.
La izquierda militante del Proceso de Cambio y de la Revolución Democrática y Cultural entendió y participó del viraje hacia la autodeterminación real de los pueblos, sin embargo en la izquierda disidente no estructuraron jamás un frente ni esquema de la lucha anti –imperialista de los pueblos de América, y a lo más que llegaron las disidencias de las tendencias de izquierda más radicales fue a aplicar recetas trotskista que respondieron, y aun responden, a un criterio estratégico de toma del poder en el Estado nacional y de ninguna manera a consolidar o posicionar una opción distinta, anti – imperialista, anticolonialista y de gestión pública y de desarrollo. La izquierda opositora aún no debate ni siquiera diseña una opción alternativa a la Gestión de Evo Morales, hablando para el caso boliviano.
De hecho esta ala de la izquierda jamás pudo desarrollar criterios de gestión pública pero si pedir todo y de todo en torno a la responsabilidad con la gestión pública. En términos concretos piden todo y de todo a un gobierno que por los hechos lo conciben como responsables de hacerlo pero contrariamente a toda ética tratan como si fuera su antagónico o su enemigo. Piden gestión con recursos de la nacionalización y se esfuerzan por deslegitimizar la nacionalización; critican la nacionalización de los hidrocarburos y energía eléctrica en parte lograda con indemnización a las transnacionales, pero festejan y no se movilizan cuando estás empresas recuperan parte de sus bienes y le “sacan” algo más al Estado desde instancias arbitrales internacionales.
“Esta” izquierda crítica al Proceso de Cambio y la Revolución Democrática y Cultural prefiere asumir compromisos condicionando toda su creación teórica y activismo político por un escepticismo no solo hacia la gestión de Evo Morales sino a también ante su misma acción e indefinición electoral. Es escéptica al rechazo de la elección de Evo Morales para la gestión 2015-2019 y al apoyo a la candidatura al mismo tiempo.
La izquierda boliviana en general bajo el panorama anteriormente mencionado se puede decir que pasa -por su momento de mayor escepticismo más aún que en aquellos momentos que propicio el gobierno de Gualberto Villarroel, Germán Busch, Alfredo Ovando Candía, Víctor Paz Estenssoro, Juan José Torres o Hernán Siles Suazo.
Repasando la acción de la izquierda en gobiernos que fueron de muchas manera expresiones de la Izquierda, su conducta política en más de los casos fue históricamente reprochada e inculpada por los acontecimientos más inmediatos que en si misma sirvieron para re-articular y reimpulsar la acción de las fuerzas reaccionarias, neoliberales y proimperialistas.
Así a la caída de Gualberto Villarroel le correspondió la rearticulación de la rosca minera a la cabeza de Peñaranda, siguió el denominado militarismo socialista y la rosca de nuevo en resguardo a sus intereses “asesinaron” al presidente Germán Busch pero, quedaron los cambios constitucionales y los avances de participación social y experiencia en la gestión pública hasta la revolución del 52, donde los saltos participativos fueron significativos.
Durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro y posterior a su derrocamiento por parte del dictador Barrientos Ortuño el proyecto imperial se impuso, y Bolivia no fue más que un apéndice de los intereses imperialistas de la región y aliada de éste durante la guerra fría. El gobierno en ese papel servil y dictatorial permitió la intervención de tropas especializadas gringas para combatir la guerrillas emprendidas por el ELN y posteriormente terminar con la vida de Ernesto Che Guevara, solidificando de esta manera el intervencionismo militar, económico y político del imperio gringo en Bolivia y América Latina.
Empezando la década de los 70 Banzer Suárez derrotó el proceso democrático del ala izquierda de las Fuerzas Armadas de Bolivia y con ello la persecución, tortura y muerte de militantes de izquierda fue la acción cotidiana de la represión. La izquierda más que un ataque sistemático a la dictadura se enfrasco en una estrategia puramente defensiva y de refugio clandestino. Fue siempre otra su actitud en gobiernos de corte populista, así de manera continua a los gobiernos de izquierda y en particular al de Hernán Siles Suazo lo atacó sin medir consecuencias y resultado de ello se derrotó un gobierno populista para propiciar la entrada del neoliberalismo con el gobierno del MNR y sus aliados que contó con apoyo de fracciones de la izquierda social demócrata.
El común denominador en estos procesos fue el escepticismo izquierdista a la posibilidad y factibilidad de avanzar en el camino del socialismo apoyando a un gobierno popular de izquierda. Este es el mal congénito de la izquierda boliviana pequeña burguesa partidista que difícilmente podrá ser superado si las organizaciones sociales, pueblos Indígenas originarios, campesinos y el movimiento obrero no le inyectan consciencia de este hecho.
Ante todo este panorama actual y recordando el pasado de la izquierda boliviana en sus hitos de participación en la gestión pública, cabe pensar en lo imprudente que será aplicar la receta leninista de manera mecánica, es decir que a diferencia del viejo planteamiento leninista expuesto en el “Qué Hacer” ahora son las organizaciones sociales y sindicales las que deben inyectar conciencia revolucionaria a los profesionales de la revolución es decir llevar conciencia de clase o de pueblo en si y para sí a los cuadros más esclarecidos del Partido; caso contrario lo harán las fuerzas reaccionarias y fascistas que se oponen al Gobierno y a la gestión Pública dirigida por Evo Morales. La izquierda tiene el desafío de escuchar ahora a las “masas” empoderadas y luchar por la suma de estos y no por sus divisiones o disidencias.
La opción electoralista de la izquierda pequeña burguesa: A la izquierda pequeño burguesa oficiosamente le abre la puerta de par en par la derecha conservadora y ella aún con puerta abierta camina con incertidumbre y ha ciegas, es decir que al contar con la plena posibilidad de sumarse a la derecha empresarial del Frente Amplio a la cabeza de Samuel Doria Medina está aceptando implícitamente asumir una postura y acción de oposición a la gestión y reelección de Evo Morales y claro ir en contra de las organizaciones que son parte del Pacto de Unidad y el Consejo Nacional Para el Cambio CONALCAN.
Pero también esa misma izquierda pequeña burguesa tiene el compromiso de no abandonar el proceso de cambio ni ir en contra, sin embargo una especie de fundamentalismo de un socialismo difuso les lleva desconocer el avance y los cambios que se produjeron en las relaciones de poder a partir de la llegada de Evo Morales al Gobierno.
En general en este sector de la izquierda más parece dominar el criterio de autoestima lastimada por la fuerza que imprime el liderazgo de Morales y las “masas” que el compromiso objetivo y militante de impulsar el proceso de cambio desde la mirada de la izquierda revolucionaria.
El Partido y la Gestión Pública en el dilema de apoyo o no a Evo Morales: Así cómo el peso específico que tiene el Partido Político o el Instrumento Político es una evidente propiedad que determina la toma de decisiones tendientes a unificar acciones políticas con el respectivo crecimiento de su militancia, es también evidente que, para el caso del MAS, la gestión pública más las normativas promulgadas y su ejecución propician y entrelazan factores que intervienen como elementos decisorios significativos en la construcción y ampliación de afinidades partidistas a favor del liderazgo de Evo Morales y en consecuencia atrayendo colectivos sociales e individualidades al proyecto estatal diseñado por el nivel central del Estado Plurinacional para traducirse en acción política misma con objetivos políticos.
El MAS a diferencia del MNR, MIR y otros partidos que estuvieron en función de gobierno respaldado por sectores populares no ha fracturado su unidad por la acción de liderazgos paralelos y por lo mismo el flujo del discurso ideológico sigue un curso en cierta manera controlado. La maduración y radicalidad del pensamiento socialista al interior del MAS es lenta pero la unidad irradiada por el pensamiento y la escuela del líder es sostenible y consistente.
Mirando de otro ángulo, el MAS, abstrayéndose de pensar por un momento en el desarrollo que impulsa bajo formas de organización económica plural, representa, en el entendido de párrafos anteriores, la voluntad de instancias organizadas, de fuerzas sociales con historia y espacio ganado en las luchas y enfrentamientos contra las dictaduras, la discriminación, las relaciones de explotación y servidumbre y regímenes capitalistas y neoliberales y si bien estas organizaciones desarrollaron en otrora ideología revolucionaria marxista por el acompañamiento e influencias de partidos fuertemente ideologizados, su fuerza principista y de praxis política que desarrolla en la actualidad radica no precisamente en la cohesión ideológica del colectivo social, sino en la consistencia de la ideología expuesta por el líder y los éxitos de una gestión pública de protección del bien común y el eje transversal que genera el discurso y la visión de la trilogía de motivación revolucionaria: anti-imperialista, anticolonialista y anticapitalista.
Las organizaciones que hacen al “Movimiento Al Socialismo” MAS, es decir la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia - CSUTCB, Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” CNMCIOB “BS”, Confederación de Comunidades Interculturales de Bolivia, CSCIB, Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia CIDOB y Consejo de Ayllus y Marcas del Qollasuyu, en referencia a una ideología hegemónica es evidente que no responden a una instancia plena de debate marxista o de la “Izquierda” en la lógica del debate militante o cuadro político como establece las teoría leninista del partido o instrumento de clase marxista, sin embargo negar la voluntad de hacerlo y asumir que no hay un trabajo político en curso y en continuidad a lo que en su tiempo de dirección del Estado Republicano pudo hacer la izquierda boliviana, sería un error.
Quien ha operado como activista político de izquierda en Bolivia ha ligado el trabajo de formación política a la destrucción del Estado o al cambio de autoridades en tanto el sistema institucional gubernamental respondían a ideologías reaccionarias, capitalistas e imperialistas; de hecho los activistas de izquierda fueron expositores y forjadores de principios socialistas, anti-imperialistas y anticapitalistas desde sus diversas tendencias y corrientes partidistas o colectivistas y en sus espacios diversos. Quien ahora se mueva en el marco de lo anterior y la CPE no tendría que ser observado por las fuerzas de izquierda sino en sus diferencias o contradicciones secundarias, y cuando se habla de las contradicciones secundarias se habla de diferencias que en si mismas se hacen complementarias o críticas pero sin cambiar su naturaleza. Será entonces un error de la izquierda promotora de principios socialistas disminuir el valor del discurso anticapitalista y anti-imperialista cuando este está sustentado en hechos objetivos y fortalecidos por componentes subjetivos ligados al grado de organización social.
Evo Morales en la pluma de James Petras y de opositores de izquierda: James Petras escribe; “No cabe la menor duda de que Evo Morales es un líder excepcional; sus políticas multifacéticas muestran su genio como manipulador político. No es ningún revolucionario social, ni siquiera un reformista social consecuente y su régimen no es, con seguridad, un gobierno de los trabajadores y de los pobres. Pero Evo Morales es el dirigente capitalista democrático que ha cosechado un mayor número de triunfos en Bolivia y continúa ampliando su base electoral. La cuestión que permanece sin resolver es: ¿Hasta cuándo seguirá aceptando sus argucias políticas el otro 50%?”[i]
La cita anterior puede en cierta manera ser síntesis de un conjunto de críticas miradas plurales sobre Evo Morales, miradas elaboradas por activistas e intelectuales de izquierda y en cierta manera expresadas a diario por la izquierda partidista opositora al liderazgo nacional del Presidente del Estado Plurinacional. El caso es que la izquierda opositora incluyendo James Petras no muestran rasgos mínimos que los definan como opositores antagónicos al sistema de dominación capitalista e imperialista; es más, casi ni logran discernir su crítica hacia Evo Morales de los ataques verbales y de los intentos desestabilizadores de los grupos de poder y de la oposición empresarial, conservadora y reaccionaria. Esta Izquierda contemporánea teme y adora el sistema de producción capitalista, y discursivamente parecen explicar la realidad caminando sobre nubes, y a los pareceres ajenos a toda contradicción y al fetichismo mercantil en el que se desarrollan los Estado desde sus orígenes.
¿Acaso algún teórico izquierdista que presuma saber aplicar de manera racional el conocimiento puede estudiar y desarrollar ideas coherentes sobre Estado desde relaciones y beneficios simétricos e igualitarios? Al parecer James Petras y otros izquierdistas, intentan hacerlo inspirado en el Estado Plurinacional y atribuyendo alegremente las contradicciones inherentes al Estado a la gestión de Evo Morales.
Petras por ejemplo menciona los 143 dólares de ingreso mensual de un obrero como el más bajo de toda Sudamérica, (Dato desactualizado a partir de mayo de 2013, al momento es un poco más de 171 dólares), pero no dice que el costo de algunos productos de primera necesidad y la energía son subvencionados por el Estado, cosa que no ocurre en Chile o Brasil por poner sólo algunos ejemplos y tampoco compara el dato con los 50 dólares de salario mínimo del 2005 de antes del ascenso de Evo Morales con el actual. No valora para nada la receta socialista de potenciar un Estado regulador a cambio de impulsor de libre mercado y la libre competencia, cosa que el gobierno actual intenta potenciar y a lo que se debe apoya a cambio de atacar.
En el escrito mencionado Petras al parecer intenta poner en discusión lo que el llama el radicalismo de Evo Morales en el exterior y la ortodoxia en casa. Para ello mezcla arbitrariamente la gestión del gobierno en materia social y económica con el discurso expuesto en foros internacionales. Describe medidas económicas de contenido mercantil y capitalista aplicadas en Bolivia y lo contrapone con el discurso anti-imperialista y anticapitalista. En otras palabras intenta deslegitimar el sentimiento liberador antiimperialista de los Estados y gobiernos de América por el sólo hecho de implementar medidas económicas capitalistas. Esto en incomprensible, inconcebible y complicado de digerir ya que el intelectual de izquierda, Petras, estaría propiciando el silencio de los gobernantes del mundo y cuestionando la voz de cualquier representación estatal que use foros internacionales para denunciar y luchar contra los abusos del imperialismo y el sistema neoliberal de explotación y dominación. Del escrito de Petras se puede deducir, haciendo esfuerzos para de alguna manera aceptar su punto de vista, que sólo la voz contra el imperio y el capitalismo la tiene el pueblo y la sociedad civil, en tanto esta sociedad civil se diferencia de la “clase gobernante” por usar términos de Antonio Gramsci.
Evidentemente son los pueblos, los obreros, campesinos, indígenas y clases medias revolucionarias entre otros los llamados a enarbolar el discurso anti-imperialista, pero son pocas, sino ninguna, las veces que pueden estar en foros internacionales de impacto mundial como lo son las cumbres de la ONU por ejemplo y son ninguna las veces que pueden denunciar y organizar la lucha antiimperialista y anticapitalista al margen de estados aliados.
Recordemos que históricamente los pueblos desarrollaron la lucha contra el imperio y el mismo fascismo desde la voz de gobernantes líderes, Fidel Castro, Ho Chi Min, Stalin, Mao Tse Tung y otros, y en ninguno de los países de los líderes mencionados las formas de trabajo y organización capitalista desaparecieron, y sin embargo sus discursos fueron más radicales que los de Evo Morales y al igual que en el Estado Plurinacional se impulsó formas de Organización Económica Estatal. La izquierda del siglo pasado jamás llegó al extremo de deslegitimar el discurso anti imperialista de los líderes al estilo que quiere hacerlo ahora Petras y los opositores.
En Bolivia, lo decíamos al empezar el escrito, la izquierda fue escéptica con sus propias conquistas y el desarrollo de sus fuerzas, pero jamás había llegado al extremo sin que el pueblo se de cuenta de atacar sus propios avances y conquistas. Cuando el PIR, MNR, MIR y otros se aliaron abiertamente a las fuerzas liberales y neoliberales el pueblo comprometido con los procesos libertarios los rechazó y cuestiono, y ahora también pedirá rendición de cuentas a la izquierda que a nombre de cuestionar las medidas liberales en la gestión de Evo Morales buscan embargar las voz de los oprimidos y explotados del mundo en los foros internacionales.
A raíz de todo lo anterior se puede afirmar que la izquierda opositora a Evo Morales y al gobierno, en términos de trabajo ideológico comenten un error al buscar apagar a la fuente de influencia de principios socialista más importante de la historia boliviana, más importante que aquella fuente izquierdista que significo el militarismo socialista, Juan José Torres, la UDP o los mismos partidos políticos que ideologizaron la lucha social del proletariado, clase media y campesinado boliviano como fueron el PCB, POR, MIR, ELN, entre otros. Ningún presidente Boliviano difundió ideales socialistas y llevo adelante un proyecto de economía plural (estatal y privada) con discurso y actitud anti-imperialista. La izquierda no tendría que desmarcarse de los avances y en la medida de lo posible aportar más que sabotear.
Finalmente cabe observar y criticar fuertemente las alianzas con la derecha a la que están llegando las pequeñas fuerzas políticas de izquierda oponiéndose ciegamente a la gestión de Evo Morales. Y es que se hace necesario estudiar un tanto más las actitudes de la izquierda boliviana ya que para muchos aún deben y pueden ser los espacios de la cualificación de la lucha contra el imperio y el capitalismo y la forjadora de cambios estructurales, pero jamás bajo en mando o de la mano de la derecha y los viejos grupos de poder económico pro-imperialista y colonial.
La Paz, 13 de febrero de 2014
http://carloslaraugarte.blogspot.com/

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